García Lorca, operación Valle de los Caídos

Blog - Enlorquecidos - Juan Luis Tapia - Domingo, 7 de Junio de 2015
En esta sección se abordan una serie de teorías, testimonios, hipótesis, leyendas y demás historias que se han vertido sobre la vida, muerte y obra de Federico García Lorca. A la exposición de cada una de las informaciones que se plantean, se le adjunta el correspondiente análisis sobre su nivel de veracidad, los pros y contras. Ya saben, todo parecido con la realidad puede ser real, y también pura ficción. El silencio, el miedo, la notoriedad o bien una intencionada manipulación produjeron una serie de bulos, historias y testimonios sobre la muerte de Lorca, algunos de ellos dados como ciertos incluso en la actualidad. En ‘Enlorquecidos’ me encargaré de desmontar y analizar cada uno de ellos, quizá los más conocidos y todos aquellos que se produzcan.

Franco consultó a la familia del poeta para trasladar el cadáver al mausoleo del Valle de los Caídos

El 'Caudillo' encargó a José María Pemán que negociara el traslado con los hermanos de Federico, pero ellos se negaron

García Lorca se encontrará en el Valle de los Caídos. La más macabra de las paradojas. Hubo un tiempo en que se dio por válida, la de encontrarse el cuerpo de Federico junto al de sus verdugos y asesinos. El historiador Miguel Caballero planteó en 2007 la hipótesis de que los restos del poeta granadino hubieran sido trasladados al Valle de los Caídos en alguna de las diversas exhumaciones 'ilegales' realizadas entre 1945 y 1982. Caballero argumentó que en 1945 Franco exhumó algunas fosas comunes con la voluntad de servir a una cierta idea de reconciliación y trasladó los restos recuperados al Valle de los Caídos. Miguel Caballero aseguró en aquellos días la existencia de un libro de registro, en el que se detalla la procedencia de los restos enterrados en el mausoleo. Caballero dijo que, puesto que algunas de estas fosas estaban localizadas en Granada, no se puede descartar la posibilidad de que una de estas fosas pudiese ser la de Alfacar. Un excelente reportaje del periodista Gabriel Pozo publicado en Granada Hoy dio al traste con la hipótesis planteada por Caballero, que por supuesto nunca llegó a publicar aquella investigación que afirmaba iniciaría. La ‘maldita hemeroteca’, ese hoy olvidado testigo de papel al que de manera escasa se recurre, constituye un chivato de la verdad. “En la documentación del Libro de los Muertos que custodia la comunidad Benedictina aparecen relacionados los cadáveres de 374 personas procedentes de distintos enterramientos de la provincia de Granada. Una cifra pequeña si se compara con los aportados por Madrid, 19.920, aproximadamente. Nuestra provincia fue la décima en el ranking de cadáveres llevados al monumento de Cuelgamuros”, escribió Pozo. 

Imagen del interior del Valle de los Caídos.

Un detalle de importancia en aquellas gestiones para exhumar los cadáveres republicanos destinados al mausoleo fascista lo constituye la aparición del nombre de Antonio Gallego Burín. El que había sido amigo de Federico y posterior alcalde de Granada entre 1938 y 1957, mandamás en la Granada franquista, ocupaba la Dirección General de Bellas Artes en 1957 cuando se formó la comisión ministerial encargada de la puesta en marcha del Valle de los Caídos. “El Consejo de Obras del Valle, presidido por el ministro Camilo Alonso Vega, el 30 de diciembre de 1957, contó con la presencia de Gallego Burín. Se habló del monumento y de su ‘llenado’ con cadáveres, en principio sólo del bando vencedor”, señala Pozo.

Se remitió una circular a gobernadores civiles y alcaldes pidiéndoles que hiciesen un mapa de fosas y comenzaran a hablar con familiares. Se barajaban cuatro posibilidades: A. enterrados en cementerios legales, que estuvieran identificados, individualizados, y se contase con permiso de sus familias; B. enterrados en cementerios legales, identificados, pero que no pudieran ser individualizados; C. enterrados en cementerios especiales (eufemismo para definir fosas y cunetas), que pudiesen ser metidos en cajas individuales; y D. enterrados en cementerios especiales que no estén identificados, o estándolo, no pudiesen meterse en cajas individuales. 
 

En Granada se dieron de todos los casos contemplados por la normativa. “Para empezar, la primera remesa estuvo lista unos días antes del 20 de noviembre de 1958, puesto que un informe del Archivo General de la Administración señala que para aquella fecha ya se habían enviado 102 cajas del tipo A, 90 del tipo B, 14 cuerpos contemplados en el grupo C y 49 del grupo D. En total, se efectuó este primer envío en un camión con 255 cadáveres”, documenta el periodista Gabriel Pozo.

“El segundo y último envío del que se tiene referencia desde Granada (aunque pudo haber más tras la inauguración del mausoleo el 1 de abril de 1959) contabiliza otros 119 cadáveres granadinos hacia el Valle. De este segundo envío se hicieron cargo los benedictinos el 7 de abril de 1959: iban 37 cajas individuales con otros tantos cadáveres y 6 cajas colectivas que contenían 82 cuerpos (como se aprecia por la cifra, la media de 8-10 cadáveres se superó con creces en cada caja)”, añade el especialista.
 

Federico.
 
¿De dónde procedían aquellos cadáveres? En la documentación oficial y en las cajas sólo se consigna ‘Granada’. Al menos la que se dispone en el Valle de los Caídos. “Quizás en el archivo histórico de la Chanchillería, donde está parte del archivo del Gobierno Civil, se conozca la relación completa de personas, cementerios y fosas de procedencia. De todas formas, la operación de traslado de restos se procuró hacer de manera lo más sigilosa posible, contando con la autorización y silencio de los familiares”, señala Pozo. Más adelante, tras la inauguración de la cripta, Franco decidió que también se buscasen cadáveres del bando republicano porque todavía quedaba mucho espacio libre, pero la inmensa mayoría de familiares se negó a entregar los huesos.
¿Qué pasó con García Lorca? Franco se empeñó en su necrófila reconciliación nacional hasta tal punto que intentó el traslado de los restos del poeta al Valle de los Caídos y, según algunas fuentes, encargó al escritor José María Pemán el inicio de conversaciones con la familia del poeta. El origen de esta tesis se halla en unas declaraciones del sobrino del poeta, Manuel Fernández Montesinos, a la revista Gaceta Ilustrada en junio de 1976. Su padre, alcalde de Granada en el 36, también había sido fusilado por los nacionales y, según afirmaba su hijo, Franco intentó en 1959 que los asesinados de la familia García Lorca reposaran juntos bajo la cruz del valle de Cuelgamuros. La familia del poeta se movilizó y realizó diversas gestiones para que no se ejecutara esta operación. También en 1976, Daniel Sueiro publicó ‘La verdadera historia del Valle de los Caídos’ donde se respaldaba esta misma versión.
 

VERACIDAD

La intercesión franquista de Pemán
 

José María Pemán.

Está claro: el cadáver de Federico García Lorca no se encuentra en el Valle de los Caídos, y tampoco los restos de quienes fueron asesinados y enterrados en la zona comprendida entre Víznar y Alfacar. No hay constancia documental de que cadáveres procedentes de las fosas del entorno de Fuente Grande fueran desenterrados y trasladados al mausoleo del franquismo. No obstante, según algunas investigaciones, sí fueron llevados al Valle de los Caídos restos de otras fosas, algunas de ellas de víctimas republicanas, situadas en la provincia de Granada. La única certeza de esta nueva historia ‘enlorquecida’ es la intención bien del mismísimo Francisco Franco o del escritor gaditano José María Pemán de trasladar los restos del poeta al monumento de Cuelgamuros. Fue en 1955, cuando el poeta gaditano previa autorización de Franco se entrevistó con los familiares de Lorca, algunos recién llegados del exilio, ofreciendo recuperar los restos de Federico para ser enterrados en el Valle. La familia se negó. La negativa de los familiares fue confirmada por Manuel Fernández-Montesinos y nuevamente reiteraron su decisión inamovible de que el cuerpo de Federico García Lorca permaneciera allá donde fue asesinado, para dar testimonio de las causas de su execrable crimen.