'Doscientas para empezar 2024'
Sí, doscientas columnas o artículos o posts. Doscientas reflexiones, seguramente unas más atinadas que otras, y algunas más interesantes que otras. Doscientas veces, incluida esta, que he pulsado la tecla Enviar, y en ninguna de ellas he dudado. He de reconocer que me siento cómodo publicando mi manera de ver las cosas de la política (la local, la regional, la nacional y a veces la europea y la mundial) en esta libérrima, independiente y audaz ventana digital que me acogió desde el principio, ya va para 9 años.
Justamente por ello, no creo que nadie deba esconder nada de aquello en lo que cree, a la hora de pensar, y, por tanto, de escribir. Los lectores y las lectoras son quienes únicamente juzgan lo escrito. A veces lo juzgan en silencio y a veces lo juzgan públicamente, incluso, a voz en grito. Magnífico
Aún recuerdo el momento en que envié la primera, Asfalto cañí se titulaba. Era durante la campaña de las Elecciones Municipales de 2015 (¡ya ha llovido!), y me refería al asfalto no muy bien repartido por la geografía de la ciudad que el alcalde Torres Hurtado empleaba para arreglar algunas calles de Granada. Seguro que les suena el asunto. Siempre pasa igual cuando gobiernan las derechas, hasta el asfalto se reparte de forma desigual. Y aquí seguimos.
Soy de quienes creen que no existe la equidistancia a la hora de pensar, y, por tanto, de escribir. Se puede ser más o menos partidario de algo o de alguien, y se debe ser. Se puede mantener una posición (política, ideológica, ética, intelectual, etc.) no necesariamente enmarcada en una u otra opción política, incluso muy desenmarcada de todas ellas, y se debe mantener. Y, cómo no, se puede discrepar de todo, para todo, en todo momento y lugar, y no estar de acuerdo con nada. Ni con la Constitución, ni con las iglesias, ni con los partidos políticos, ni con los sindicatos, ni con los colegios profesionales, ni con la Monarquía, ni con la República, ni con el Imperio. Incluso se puede estar en contra del sistema métrico decimal, del calendario juliano o hasta de uno mismo. Y, en este caso también, se debe. Es lo bueno de la democracia, incluso para quienes creen en ella más bien poco. Justamente por ello, no creo que nadie deba esconder nada de aquello en lo que cree, a la hora de pensar, y, por tanto, de escribir. Los lectores y las lectoras son quienes únicamente juzgan lo escrito. A veces lo juzgan en silencio y a veces lo juzgan públicamente, incluso, a voz en grito. Magnífico.
Lo único que echo en falta, por parte del sector más crítico con mis escritos o con algunos de ellos, que de todo hay, es que utilicen los mismos recursos y plasmen negro sobre blanco su pensamiento. Dando por hecho que lo tienen
Esa es la lógica que me guía a la hora de plasmar por escrito las reflexiones que publico en este querido medio. No soy capaz de concebir otra. Naturalmente que se me ve venir, como me dicen a menudo, sólo faltaría. No soy un espectador imparcial de la realidad, ya he dicho que no creo que exista la equidistancia, ni lo pretendo. Soy parcial, pienso y creo unas cosas y no otras, defiendo y reivindico unas ideas y no otras. Como todas y todos quienes me premian con la lectura de mis textos, quienes los alaban y quienes los critican. Insisto, así debe ser. Lo único que echo en falta, por parte del sector más crítico con mis escritos o con algunos de ellos, que de todo hay, es que utilicen los mismos recursos y plasmen negro sobre blanco su pensamiento. Dando por hecho que lo tienen. Todo fuera por mejorar el debate y el contraste de ideas. Modestamente, creo contribuir a ello. Y no crean que no siento una pizca de satisfacción.
Qué decir de las vueltas que ha dado la política nacional, creo que dan para un Tomo entero de cualquier próxima edición de la Historia de España, aunque convendría esperar para su redactado a que muchas digestiones pesadas de la democracia y de la representación parlamentaria salida de las urnas terminaran de producirse
Muchas cosas han pasado en estos casi 9 años. Después de muchas piruetas, malabares, giros del destino, esperados y no esperados, maquinaciones y componendas varias, y cómo no, del veredicto de las urnas, el PP vuelve a tener mayoría absoluta en Granada y vuelve a gobernar la Diputación. En Andalucía, Susana Díaz es apenas un recuerdo nebuloso, perdido en algún programa televisivo más bien cutre, y Moreno Bonilla, aquel incipiente proyecto de líder regional del PP, lleva ya 5 años presidiendo nuestra Comunidad. Qué decir de las vueltas que ha dado la política nacional, creo que dan para un Tomo entero de cualquier próxima edición de la Historia de España, aunque convendría esperar para su redactado a que muchas digestiones pesadas de la democracia y de la representación parlamentaria salida de las urnas terminaran de producirse. Igual cabe decir del devenir europeo y mundial, siempre amenazado por los peligros de siempre, la injusticia, la desigualdad, el machismo, el fascismo, el racismo, la intolerancia, etc. Material para escribir otras 200 reflexiones seguro que no faltan. Ni ganas de seguir opinando, libre y tranquilamente, tampoco.