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Un día de atasco en Granada

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 7 de Junio de 2019
P.V.M

Todos los martes por la mañana, a la misma hora, cojo mi coche para dirigirme a la prisión de Albolote, con el fin de impartir clase de escritura creativa. Siempre realizo el mismo recorrido, porque es el más rápido y cómodo y, para ello, me veo obligado a atravesar toda la capital granadina por la circunvalación. Es curioso, porque a veces tardo cuarenta y cinco minutos y otras veinticinco; la diferencia está en si encuentro o no atascos. Yo he vivido en Madrid y allí todo el mundo sabe a qué hora tiene que salir de casa porque siempre, ineludiblemente, debe tragarse el mismo tiempo de retenciones diario: treinta, cuarenta o cuarenta y cinco minutos; sin embargo, en Granada, no es así. Una mañana te encuentras con que el tráfico es ligero como la mayonesa light y, veinticuatro horas después, sin un motivo aparente, te sorprendes paralizado en mitad de un atasco más largo que este año electoral en España.

Entonces teorizo, porque tengo tiempo, a la vez que trato de buscar a conductores a los que criticar, como resultado de una súbita subida de mala leche instantánea; el motivo es baladí: puedo poner a parir a un inocente por una maniobra que no considere adecuada o, simplemente, porque lleve las ventanillas bajadas y el volumen de la radio a tope

Cuando esto ocurre, uno ladea bruscamente la cabeza hacia un lado u otro, porque curiosamente siempre me toca detrás de un autobús que me oculta la visibilidad y, después de hacerme daño en por culpa de esos inútiles giros de cuello, desisto porque sé que, mientras no comience a moverse la caravana, no podré descubrir el motivo de semejante congestión. Entonces teorizo, porque tengo tiempo, a la vez que trato de buscar a conductores a los que criticar, como resultado de una súbita subida de mala leche instantánea; el motivo es baladí: puedo poner a parir a un inocente por una maniobra que no considere adecuada o, simplemente, porque lleve las ventanillas bajadas y el volumen de la radio a tope. Y entre mis teorías sobre los motivos del atasco hay una que me convence más: ha habido un accidente, porque no hay otra explicación más lógica. Quizás, incluso, el siniestro se haya producido en el sentido contrario, porque es muy típico que a la altura del mismo los coches que circulan en la otra dirección reduzcan tanto la velocidad para ver lo que ha sucedido, ya que la visibilidad es muy buena, que paralicen el tráfico, de manera que la circunvalación entera queda colapsada cada vez que hay una colisión.

Mientras mi mente exagera y añade más autos a lo que ha deducido que es un choque en cadena, los coches empiezan a avanzar con lentitud, los de mi vía, claro, porque los del carril de mi derecha e izquierda van mucho más deprisa y me hacen sentir estúpido por haber elegido el peor. En un arranque de valentía me cambio al de la izquierda y prefiero no mirar por el retrovisor después de escuchar el bocinazo que me ha dedicado el dueño de la furgoneta que ha estado a punto de alcanzarme. Sé que no he hecho bien, pero creo que el riesgo ha merecido la pena porque los autos que se han quedado a mi derecha siguen detenidos y el mío aún se mueve. Más lento, eso sí… hasta que se para. « ¡Mierda! Parecía que fluía hasta que me he pasado a este carril». Ahora es el del centro el que empieza a circular y veo al conductor del vehículo que antes estaba detrás de mí y que ahora me adelanta mirándome con una socarrona sonrisa de oreja a oreja, satisfecho por no haberme imitado.

Llevo quince minutos de retraso y aún ni siquiera he llegado a la salida de la carretera de Málaga, por donde suele haber más vehículos a esta hora. Trato de atisbar alguna sirena por delante o algo que me confirme que ha habido un accidente y en qué punto está para saber dónde se acaba el atasco, pero no lo consigo

Llevo quince minutos de retraso y aún ni siquiera he llegado a la salida de la carretera de Málaga, por donde suele haber más vehículos a esta hora. Trato de atisbar alguna sirena por delante o algo que me confirme que ha habido un accidente y en qué punto está para saber dónde se acaba el atasco, pero no lo consigo.

Es curioso porque ahora que estoy en el carril de la izquierda, que hipotéticamente es el más rápido, veo que es el de la derecha el que corre más y el del centro también ha empezado a coger ritmo. ¿No se supone que debería ocurrir al revés? Un poco más adelante encuentro el motivo: algunos de los coches que van delante de mí pretenden tomar la siguiente salida y eso les obliga a detenerse para cambiarse de carril y es en la maniobra donde paralizan el tráfico.

Quince minutos y dos kilómetros después, con los nervios a flor de piel, consigo salir de las retenciones y sorprendentemente ni veo accidente, ni una razón plausible para dicha congestión. Escucho la Cadena Ser y hablan de los atascos a esta hora de la mañana: se refieren a Madrid, a Sevilla y a Granada. Tarde, ya me lo he comido entero yo solito.

Al día siguiente, El Independiente de Granada pone el dedo en la llaga: según el TomTom Traffic Index 2018, un informe que detalla la situación del tráfico en 403 ciudades de 57 países del mundo, Granada es la tercera ciudad de España con más congestiones

Al día siguiente, El Independiente de Granada pone el dedo en la llaga: según el TomTom Traffic Index 2018, un informe que detalla la situación del tráfico en 403 ciudades de 57 países del mundo, Granada es la tercera ciudad de España con más congestiones. Si en Barcelona, una ciudad de tres millones de habitantes, los conductores pasan un 29 % más de su tiempo extra, de media, en atascos, en Las Palmas lo hacen un 25 % y en Granada un 24 %, más incluso que en Madrid, donde dedican un 22 % de tiempo extra en alguna retención.

A ver: si, realmente, es genial que la ciudad de La Alhambra destaque entre el resto del país, que incluso se equipare con las urbes más pobladas, pero no por un motivo tan molesto. Lo cierto es que nada más llegar aquí, hace quince años, ya me llamó la atención que sufriera tantos problemas de tráfico. Luego me explicaron que la cantidad de calles estrechas, el importante número de granadinos que vivían en los pueblos y que trabajaban en la capital y las deficiencias del servicio de autobús urbano incrementaban esas dificultades de fluidez en las carreteras. Hoy en día, el metro parece que ha reducido esa intensidad de vehículos y, sin embargo, sigue encabezando listas nacionales. ¿Servirá la segunda circunvalación para solucionar los problemas de congestión? ¿O llega tan tarde que ya empieza a necesitarse una tercera? Solo el futuro tiene la respuesta.

           

           

 

             

           

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).