Despiece de mujer
Mientras las sociedades del brilli brilli en los países ricos se llenan de colores y géneros sentidos, existe un submundo en los países donde la pobreza extrema obliga a muchas mujeres a venderse a trozos. Dos caminos diferentes, el de la teoría cuir que empuja a nuestra infancia sana –especialmente niñas- a convertirse en pacientes de fármacos de por vida y la miseria de lugares donde el cuerpo está en venta, que convergen en un mismo punto: las cifras millonarias de las empresas relacionadas con la fabricación de medicamentos y las clínicas de intervenciones estéticas.
De nuevo las mujeres nos situamos en el blanco de la diana. Como en una sala de despiece, nuestros cuerpos ofrecen muchas posibilidades y ninguna buena para nosotras
De nuevo las mujeres nos situamos en el blanco de la diana. Como en una sala de despiece, nuestros cuerpos ofrecen muchas posibilidades y ninguna buena para nosotras. La periodista india Soma Basu relata en un reportaje realizado entre India y Nepal cómo a algunas mujeres se les extraen tiras de piel de su espalda para la elaboración de productos farmacéuticos a partir de tejidos humanos que, posteriormente, son utilizados en distintas intervenciones de cirugía estética en India y Estados Unidos. Algunas lo hacen ‘voluntariamente’ –con la libertad de elección que concede la pobreza- y otras son víctimas de esta práctica en burdeles tras ser sedadas y atadas a una cama. Cuando recuperan la consciencia, quieren creer que han sido víctimas del fetiche de algún cliente. Las que lo hacen voluntariamente, son recompensadas con unos 60 euros aunque el agente encargado de recoger la piel y ponerla en manos del siguiente en la escala del tráfico ilegal obtiene entre 360 y 600 euros. Las ‘donantes’ suelen ser mujeres nepalíes porque su piel es blanca y obtienen con ella precios más elevados al encontrar mejor salida en el mercado.
La rueda de la explotación de mujeres en todo el mundo es un negocio muy lucrativo y, como en cualquier negocio, hay escalas
La rueda de la explotación de mujeres en todo el mundo es un negocio muy lucrativo y, como en cualquier negocio, hay escalas. Podemos reconstruir el círculo vital a modo de ejemplo. Una niña, en el sudeste asiático, puede ser llevada a un burdel con doce años. Tras ser explotada sexualmente hasta los veintidós, es trasladada posteriormente a una “granja de mujeres”, como las de Malasia, donde son violadas continuamente hasta que quedan embarazadas. Tras conseguir dos o tres bebés y aún jóvenes, se les puede extraer un riñón, práctica ilegal pero habitual en India y Nepal porque los órganos de las mujeres están en mejores condiciones ya que ellas ni beben alcohol ni fuman. El círculo vital puede cerrarse con una extracción de piel. Por el camino, también es posible que haya perdido su cabello para ser vendido a la industria de la confección de pelucas de pelo natural. Con 35 años y completamente destruida mental y físicamente, con suerte será captada, de nuevo, para dar masajes o volver a la prostitución del nivel más bajo.
Podemos reconstruir también la rueda de la explotación de mujeres en algunos países de Latinoamérica, como México, o en Ucrania donde, de nuevo la pobreza, empuja a muchas mujeres a gestar bebés para su venta a personas ricas sin que las consecuencias para su salud sean tenidas en cuenta
Con algunos matices, podemos reconstruir también la rueda de la explotación de mujeres en algunos países de Latinoamérica, como México, o en Ucrania donde, de nuevo la pobreza, empuja a muchas mujeres a gestar bebés para su venta a personas ricas sin que las consecuencias para su salud sean tenidas en cuenta. Por supuesto, Latinoamérica también surte a los burdeles de media Europa, especialmente a los de Portugal, donde un 60% de las mujeres en situación de prostitución es de origen brasileño, y a los españoles en los que paraguayas, dominicanas y ecuatorianas representan un alto porcentaje. La Europa del Este surte a los burdeles de Alemania, Holanda y Austria, donde rumanas y húngaras suponen el 64% de las víctimas. La proximidad de África ha incluido ya en este mercado de la explotación sexual a sus mujeres donde las nigerianas presentan el porcentaje más elevado.
Si acercamos más la lupa y continuamos con el perfil de la explotación de mujeres podemos llegar hasta nuestro país. España se ha convertido en el granero de óvulos en Europa y el precio que se paga por cada uno –unos 1.000 euros- está llevando a muchas mujeres jóvenes a someterse a esta práctica para compensar su mala situación económica
Si acercamos más la lupa y continuamos con el perfil de la explotación de mujeres podemos llegar hasta nuestro país. España se ha convertido en el granero de óvulos en Europa y el precio que se paga por cada uno –unos 1.000 euros- está llevando a muchas mujeres jóvenes a someterse a esta práctica para compensar su mala situación económica. En otros países europeos, como Alemania, esta práctica está prohibida por el riesgo de explotación de la mujeres ya que, a diferencia de la donación de esperma que no requiere ningún tratamiento médico, la de óvulos somete a las mujeres a inyecciones de hormonas, ecografías, análisis de sangre y una punción vaginal que se realiza en quirófano y con anestesia. La extracción de óvulos en España ha crecido tanto que ya somos un país exportador para alegría de las más de 200 clínicas privadas que llegan a cobrar hasta 10.000 euros por cada tratamiento de reproducción asistida con estos óvulos.
La Asamblea Nacional de Cuba ha aprobado el nuevo Código de Familias en el que se contempla legalizar los vientres de alquiler y el próximo mes de septiembre se someterá a consulta popular vinculante. Lo llaman gestación subrogada altruista pero a nosotras ya no nos engañan. ¡Cuba! Han leído bien. Donde hay mujeres siempre hay negocio.