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'Una década perdida'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 22 de Junio de 2023
Del informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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Del informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Lustros reclamando la igualdad entre mujeres y hombres y, en los últimos días, todo parece teñirse de negro. La lucha continuada de millones de féminas, durante tanto tiempo, para demostrar que sus capacidades –políticas, laborales o académicas- son las mismas que las de los hombres parece no haber servido de mucho. Ellas saben que sí pero, ¿lo saben los demás?

Según el informe, el desmantelamiento de los derechos de las mujeres en muchas partes del mundo es notorio, obedece a una reacción organizada y supone la creciente violación de los derechos de las féminas en muchas partes del mundo

El reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre las normas de género ha echado un cubo de agua fría sobre las mujeres. Concluye que la última década ha sido un tiempo perdido en la lucha por la igualdad. Los datos no dejan lugar a dudas. Nueve de cada diez hombres y mujeres en el mundo siguen manteniendo en la actualidad un sesgo contra las mujeres. La mitad de la población mundial todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres y más del 40% opinan que los hombres son mejores ejecutivos empresariales. Un alarmante 25% de la población cree que está justificado que un marido le pegue a su esposa.

Y, en esas estamos, cuando en nuestro país el partido que cabalga a lomos del corcel patrio por las tierras de la piel del toro de Osborne, empieza a entrar en las instituciones arrasando con un discurso que apesta a Varón Dandy y sudor añejo con cerco amarillento

Los datos de esta encuesta mundial, dirigida a captar la incidencia de las normas sociales en la obstaculización de la igualdad entre hombres y mujeres, se han obtenido a partir de las respuestas recabadas en 80 países y territorios y representa al 85% de la población mundial. Las siete preguntas planteadas abarcaban ámbitos relacionados con la política, la educación, la economía y la integridad física.

Según el informe, el desmantelamiento de los derechos de las mujeres en muchas partes del mundo es notorio, obedece a una reacción organizada y supone la creciente violación de los derechos de las féminas en muchas partes del mundo. Los sesgos son palpables también en la ínfima representación de ellas en las posiciones de liderazgo. El porcentaje de mujeres que ocupan jefaturas de estado o de gobierno se ha mantenido estable desde 1995 en un exiguo 10%. Ni la educación, que ha supuesto un salto cualitativo entre las mujeres, con mejores expedientes académicos y niveles formativos elevados, ha sido capaz de rebajar  estos sesgos y favorecer su independencia económica ya que el informe califica de “nexo roto” el lazo entre el progreso educativo y su empoderamiento económico. En los 59 países en que las mujeres cuentan con un mayor nivel educativo que los hombres, la brecha media en los ingresos sigue siendo de un asombroso 39 por ciento en favor de los hombres.

Y, en esas estamos, cuando en nuestro país el partido que cabalga a lomos del corcel patrio por las tierras de la piel del toro de Osborne, empieza a entrar en las instituciones arrasando con un discurso que apesta a Varón Dandy y sudor añejo con cerco amarillento. “La violencia contra las mujeres no existe” proclaman mientras rescatan el término ‘violencia intrafamiliar’. Y se apunta hacia ellos como si fueran los únicos que atentan contra las mujeres.

Esta práctica es ilegal en nuestro país y aunque sus defensores (los compradores de bebés) no se cansan de repetir, una y mil veces, que es necesario abrir el debate para regularla en nuestro país, lo cierto es que está perfectamente regulada

El pasado fin de semana, el Hotel Bilbao Nervión acogió un congreso nacional de clínicas de reproducción asistida que se inauguraba con una mesa sobre gestación subrogada (término eufemístico para no llamarlo vientres de alquiler). Y no contentos con un congreso, en julio se celebrará otro en esta misma ciudad centrado, exclusivamente, en la explotación reproductiva de las mujeres. Esta práctica es ilegal en nuestro país y aunque sus defensores (los compradores de bebés) no se cansan de repetir, una y mil veces, que es necesario abrir el debate para regularla en nuestro país, lo cierto es que está perfectamente regulada. Señoras  y señores, es ilegal y así está recogida en la legislación española. Las feministas vascas han denunciado el primer encuentro ante la Fiscalía pero, aún, no han obtenido ninguna respuesta. ¿La tendrán?

Otra violación de los derechos de las mujeres es la prostitución. Y para eso, ni siquiera hay que salir de nuestros municipios

Los vientres de alquiler es una más de las violaciones de los derechos humanos de las mujeres (y de las niñas y niños) a las que hace referencia el informe del PNUD. Ucrania, ese país al que todos los estados están ayudando en su guerra contra Rusia, es la fábrica de bebés de Europa, el epicentro de la explotación reproductiva de mujeres pobres donde viajan parejas españolas a recoger el bebé encargado por contrato y comprado por unos 50.000 euros.

Otra violación de los derechos de las mujeres es la prostitución. Y para eso, ni siquiera hay que salir de nuestros municipios. Las tenemos a nuestro lado, en los polígonos de ciertas urbes, en los clubes de carretera, en bloques de pisos completos en el centro de las ciudades. Muchas de ellas en situación de trata o dependientes económicamente de esta inhumana actividad como única salida que hay quienes denominan ‘trabajo sexual’.

Si se han escandalizado por las cifras de la cabecera de este artículo, piensen que todo esto está ocurriendo a nuestro alrededor. Que la lucha por la igualdad es algo que  compete a la ciudadanía en su conjunto y que no hay que irse al otro lado del mundo para ver cómo la perfecta alianza entre el capitalismo y el patriarcado funciona bien engrasada sobre la utilización de las mujeres como materia prima.

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.