Sierra Nevada, Ahora y siempre.

¿Debatir? Sí, pero…sin pollas.

Blog - En mi ambiente - Ignacio Henares - Lunes, 4 de Julio de 2016
El autor aboga por debatir "con visión de futuro" y "gastar energías en buscar consensos".
M.Rodríguez
El autor aboga por debatir "con visión de futuro" y "gastar energías en buscar consensos".

Empezaré diciendo que me repatea escuchar eso de que “ahora no toca” y el tono arrogante con el que han utilizado esta expresión algunos dirigentes políticos para ahorrarse explicaciones sobre asuntos de interés general. Para mí, en una sociedad madura,  el pensamiento no debe tener descanso, -no debe tomar asiento que diría el gran Aute- siempre es tiempo de debates, de reflexión, de análisis y quizás uno de los problemas de esta coyuntura política sea la ausencia de discusión, en el buen sentido de la palabra, y que desde los, escasos, debates televisados a las tertulias radiofónicas o de bar (la mayoría de las veces no se distinguen unas de otras), asistimos a sumas de monólogos sucesivos que conducen al máximo común divisor. El debate, la confrontación de ideas es la sustancia de la legítima pugna democrática, pero también el avance social se basa en el acuerdo, en la concertación, en la obtención del mínimo común múltiplo.

Otra cosa bien distinta es la oportunidad de algunos debates, el momento ideal para librar una batalla dialéctica. En ocasiones un interesante y necesario debate se plantea de manera extemporánea y conduce al #yapollas o podemos quedar enredados en la esterilidad de algunas polémicas convertidas en #debatesdepollas. No diré que estas etiquetas son endemismos exclusivos de Granada pero sí que aquí se manifiestan con relativa frecuencia y forman parte de nuestra idiosincracia, del “ser granadino” que dirían los ilustres teóricos de la malafollá como Ladrón de Guevara o Andrés Cárdenas.

Pondré ejemplos para no despistarnos. Me parece muy interesante, como reflexión teórica, académica, discutir sobre si la A-92 entre Granada y Guadix debió hacerse por medio de la Sierra de Huétor o por Iznalloz, o si Granada necesita un metropolitano o pudiera tener otros modelos de movilidad metropolitana, pero como debates sociales y políticos actuales me parecen ejercicios gratuitos. Podríamos incluir esas reflexiones y propuestas sobre estos asuntos en el grupo de los #yapollas.

Otros debates librados recientemente, como la ubicación de la estación de ferrocarril junto a la rotonda de la Avenida Europa que inventó Torres HURTADO (exalcalde, por la gracia de Dios y por la Justicia), entrarían en la calificación de #debatesdepollas o polladas directamente ya que lo único que pretendían, como ha quedado de manifiesto, era ocultar la mala gestión sobre la llegada del AVE y el soterramiento y desviar la atención ciudadana. Dicho en lenguaje granadino el único objetivo era “entretenernos con pollas”.

Desgraciadamente, en ocasiones, debates interesantes se han convertido en estériles porque se han producido fuera de lugar y tiempo. Este puede ser el caso de la fusión hospitalaria y el nuevo Hospital del PTS que ha realizado, de manera exitosa, este fin de semana una compleja, delicada y difícil operación de traslado para poner en marcha unas instalaciones modernas avanzadas que colocan a Granada en la vanguardia de la atención médica. En las últimas semanas, en la recta final de esta movilización de recursos para llevar a buen puerto todo el dispositivo, cuando me manifestaba orgulloso como granadino de todo este mogollón y de la implicación de todas las instituciones, he observado cómo se discutía, a estas alturas de la película, no sólo algunos aspectos del traslado, sino también problemas relativos a la lejanía y accesibilidad del nuevo complejo, y de paso también he oído críticas a algunas cuestiones funcionales, por ‘prestigiosos profesionales’; algunas fuerzas políticas se han querido sumar al carro de los supuestos agraviados y damnificados, (también ha funcionado “la pinza” en este asunto), y ya han llegado a poner en duda la necesidad de este nuevo y gran hospital, su ubicación, su diseño arquitectónico y hasta el color de la fachada. Y en este debate no podrán decir que no han tenido lugar y tiempo para opinar, ya que tenía yo un matucón de pelo cuando se puso la primera piedra y ahora el día del estreno voy disimulando los huecos capilares.

En mi opinión Granada es una ciudad en la que abundan los miedos, los vértigos a los cambios, y quizás esa sea una de las explicaciones a las profundas raíces conservadoras que la lastran, la atan y la inmovilizan. Pero hay que tomarse unas pastillas contra el mareo porque, al final del viaje, estos cambios, (el Hospital del PTS hoy, una nueva estación de ferrocarril mañana, el Parque de las Ciencias ayer), estos avances, son los que nos harán sentirnos más orgullosos, no sólo de nuestro pasado sino también de nuestro futuro. Que no sólo de los siglos anteriores, de Alhambras y Catedrales debe vivir la ciudad.

Si queremos debatir hagámoslo con visión de futuro, gastemos las energías en buscar consensos sobre la capitalidad cultural del año dosmiltreintaytantos con perspectiva, con tiempo y también propongo un amplio y extenso debate sobre el acelerador de partículas. Quien tenga que decir algo al respecto, sobre si estos proyectos son buenos o malos, que lo diga ahora y podrá repetirlo entonces siempre; y puestos a debatir vayamos resolviendo con tranquilidad también sobre el cómo y sobre el dónde instalar el acelerador, sobre la idoneidad de la ubicación, basándonos en criterios económicos, de seguridad de la instalaciones, ambientales… vayamos luego #apollas y a buscarle los peros cuando se esté decidiendo en otros ámbitos la candidatura o cuando ya se haya hecho efectiva la apuesta conjunta de todas las instituciones.

Al menos dejemos como herencia para las generaciones venideras elementos de desarrollo con un alto consenso social en el que todos podamos caminar hombro con hombro y no a codazos y remar en la misma dirección, a ser posible a favor del viento del cambio y del progreso social. Porque no está el asunto #papollas.

 

Imagen de Ignacio Henares

Ignacio Henares Civantos es biólogo de bata, de bota, y de gabinete. Máster (de los de verdad) en Gestión del Medio Ambiente y del Agua por la Universidad de Granada. Desde 1989 es funcionario, técnico del cuerpo superior facultativo de la Junta de Andalucía donde ha desempeñado varias tareas en las Consejerías de Agricultura y Pesca y de Medio Ambiente. Durante quince años ha sido el conservador del parque nacional y natural de Sierra Nevada. En la actualidad trabaja como asesor técnico en el departamento de Sanidad Vegetal.

Escritor de numerosos artículos sobre medio ambiente y conferenciante incansable, en los últimos años ha concentrado su tarea de divulgador en Sierra Nevada, siendo coautor de tres interesantes libros divulgativos sobre Sierra Nevada: “Sierra Nevada, una gran montaña, un pequeño continente”, “Las Aves de Sierra Nevada” y “Mariposas diurnas de Sierra Nevada”. Fue colaborador de “La Voz de Granada” con un programa semanal titulado “El hombre y la Sierra” y lo has sido del periódico Granada Hoy desde el año 2014 con más de 150 reportajes dedicado a Sierra Nevada agrupados en diferentes series: “Sierra Nevada, Paraíso de Biodiversidad”, “La Huella del Cambio Global” , “Sierra Nevada, Montaña de Oportunidades” y la última que estuvo dedicada a “Sierra Nevada, Paisaje y Paisanaje”, una aproximación al parque nacional y natural de Sierra Nevada a través de ‘nombres propios’.