Consejos para unas fiestas en paz
Mañana empieza diciembre y con el mes se da el pistoletazo de salida a los preparativos de las fiestas navideñas. Que ya sé yo que muchos, entre los que me encuentro, nos horrorizamos de que cada año se inicien antes, que desde octubre ya nos bombardean con imágenes que nos recuerdan que llega la Nochebuena, la Navidad, la Nochevieja, el Año Nuevo, los Reyes Magos y todas las cenas, comidas, desayunos y encuentros obligados o deseados.
Hay una parte de la población que odia estas fiestas, que tienen mi comprensión, pero a la cual solo le puedo regalar un consejo: que ahorre para marcharse a China o a otro lugar en el que diciembre no signifique nada
Y hay una parte de la población que odia estas fiestas, que tienen mi comprensión, pero a la cual solo le puedo regalar un consejo: que ahorre para marcharse a China o a otro lugar en el que diciembre no signifique nada. Al resto, esos que empiezan con ganas y acaban tan saturados que les entran nauseas de ver un polvorón, les puedo hacer ciertas recomendaciones:
1.- A veces no pasa nada por decir «no». Si estás agobiado por la cena de empresa, porque crees que, si no vas, perderás oportunidades laborales de cara a los jefes y no tienes ninguna gana de asistir, considera decir «no», elige pasarlo de otra forma y no le des tantas vueltas a tu prestigio profesional, que seguramente muy poco te ha servido para subir de sueldo en los últimos años. Si te han invitado a otras reuniones a las que te sientes obligado a acudir por no quedar mal ante amigos, familiares o colegas, imagina que dices «no»; tampoco por eso se va a acabar el mundo. Agradecerás poder disfrutar de ese tiempo a tu manera y no a la de los demás.
2.- Si no vas a misa cada semana y ni siquiera recuerdas la nueva versión del «Padre nuestro», y si odias las costumbres que nos llegan desde Norteamérica, ¿por qué te obsesionas tanto con encontrar el belén más completo o el Papá Noel y el árbol de Navidad más grande? Que no digo yo que no busques un pino, pero tampoco hace falta que ocupe medio salón, que hay casas en las que durante la Navidad no se ve bien la televisión porque la tapa el susodicho. Además, ¿no es contradictorio? Quiero decir que o vienen los Reyes Magos o Santa Claus. Claro que hoy en día, los niños reciben regalos de todos ellos a la vez. No entiendo cómo no llegan a sospechar, con tanto lío de ancianos generosos. En fin, que yo te aconsejo que, si tienes un belén y te gusta ponerlo, aunque no te consideres católico practicante, ponlo, y busca un árbol de Navidad también, pero que se acomode a tu bolsillo y a tu sala y que no te estorbe para sentarte en tu sofá o desayunar allí en familia.
Si estás agobiado por la cena de empresa, porque crees que, si no vas, perderás oportunidades laborales de cara a los jefes y no tienes ninguna gana de asistir, considera decir «no», elige pasarlo de otra forma y no le des tantas vueltas a tu prestigio profesional, que seguramente muy poco te ha servido para subir de sueldo en los últimos años
3.- Cuidado con el alcohol. Y no lo digo cuando conduzcas, que de todos es sabido y ya aceptado que no hay que coger el coche en esas circunstancias. Si decides ir a esa fiesta de empresa, controla la bebida, recuerda que el alcohol desinhibe y te ayuda a pensar que puedes decir lo que quieras y es entonces cuando puedes empezar a soltar todo aquello que has guardado durante meses contra compañeros de trabajo o incluso jefes; con lo cual, al día siguiente tu resaca se multiplicará por cinco, te arrepentirás tanto de lo que dijiste que querrás transformarte en avestruz, ¡Ya ves tú! Es un consejo que sirve igual para las cenas de familia, de amigos…No es el momento idóneo para sincerarnos con ellos, aunque nos parezca lo contrario porque casi sentimos que nos lo están rogando, de verdad que no, ni para recordarles que son unos rácanos o unos egoístas o que nunca nos han caído bien. Y menos, con unas cuantas copas de más. Si has esperado tanto tiempo será por algo, deja reposar el pensamiento y ya lo retomarás en otro momento.
4.- Huye del invitado lapa. Ten cuidado, porque en todas las fiestas o encuentros familiares de Navidad siempre hay un pesado dispuesto a contarte su vida, ese del que se escapan los demás y al que tú, como eres buena persona, sientes que tienes que escuchar hasta que te percatas de que la noche se está acabando y el plasta hila cada pequeño comentario tuyo con una historia personal que, a menudo, empieza con un «a mí también me pasó» o un «eso le ocurrió a mi primo, a mi amigo, a mi vecino…». Vigila porque como des con él al principio de la velada, estás perdido. Corre tanto como puedas, deja la fiesta o la reunión un rato si hace falta, pero no te quedes junto a él, te acabará chupando la energía, te soltará todos sus problemas, intentará que no le abandones para no quedarse solo y te acostarás con intenso dolor de cabeza, sin haberte relacionado con nadie más que con él y, además, sintiéndote mala persona por albergar tales sentimientos de odio hacia el plasta que has soportado con estoicidad.
5.- Controla la ingesta de dulces. Es preferible que empieces antes a comer mantecados y turrón y lo hagas con moderación a que desde la Nochebuena a Reyes quieras acabar con todas las reservas de hipermercados de polvorones, frutas escarchadas, chocolates, bombones, pastas…Si te gustan mucho, empieza a comprar a principios de noviembre y así se reducen las ganas. Y durante las fiestas limítate a algún dulce diario. Lo agradecerá tu estómago y tu culo, por ahorrarles esos kilos de más.
Ten cuidado, porque en todas las fiestas o encuentros familiares de Navidad siempre hay un pesado dispuesto a contarte su vida, ese del que se escapan los demás y al que tú, como eres buena persona, sientes que tienes que escuchar...
6.- Decide el dinero que estás dispuesto a derrochar en fiestas. Mira lo que tienes, aquello que vas a cobrar y haz una lista de gastos imprescindibles, otra de los necesarios, otra de los interesantes y otra de los superfluos. Controla lo que tienes y de lo que te puedes desprender y ajústate a ese presupuesto. De lo contrario, al acabar la festividad de Reyes te darás cuenta de que, con la emoción, has invitado más de la cuenta, has comprado regalos a personas con las que no tienes apenas relación y te ha sobrado la mitad de comida, dulces y bebida que adquiriste para Navidad. Recuerda que la publicidad se intensifica y apela a los buenos sentimientos, es como un malicioso demonio que taladra tu conciencia y te incita a comprar sin parar, todo para embaucarte, para obsesionarte con gastar, con tenerlo todo, al margen del sueldo que manejes. Y como te dejes llevar, después del 7 de enero no tendrás que subir una cuesta sino un puerto de primera categoría y con una bicicleta de saldo.
Recuerda que la publicidad se intensifica y apela a los buenos sentimientos, es como un malicioso demonio que taladra tu conciencia y te incita a comprar sin parar, todo para embaucarte, para obsesionarte con gastar, con tenerlo tod
7.- Valora los momentos y no los gastos. No todo es malo en estas fechas, la sociedad nos aboca a reunirnos con seres queridos, con amigos que solo vemos una vez al año y, además, nos coloca una sonrisa de bondad, a veces impostada, pero que viene bien para sacar los mejores sentimientos. No hace falta beber, comer, solo esa compañía: dar un paseo con ese colega de la infancia, abrazar al hermano con el que te habías enfadado, perdonar a tu compañero de trabajo. Eso es gratis y te ayuda a mantener la paz.
Al fin y al cabo, como bien dice el anuncio de la Navidad de este año «el mayor premio es compartirlo» y para eso siempre son necesarios los demás. Déjate de guirnaldas, de luces de colores, de langostinos y de gastos innecesarios, regala un beso, un abrazo, una conversación, un halago a tiempo y por unos días conviértete en un niño inocente, sin rencores, poniendo en cada instante pasión por lo que hagas. Y cuando se acaben las fiestas conservarás la media sonrisa y pensarás que ha merecido la pena el esfuerzo.