Inagra en Navidad

Confluencia: se nos pasa el arroz

Blog - Cuestión de Clase - Manuel Morales - Miércoles, 25 de Abril de 2018
Alberto Garzón y Pablo Iglesias.
Indegranada
Alberto Garzón y Pablo Iglesias.
Quedan apenas 13 meses para las elecciones municipales y el reloj lleva ya tiempo corriendo en contra de la mayoría social. Las encuestas vaticinan unas cómodas mayorías para la derecha, un papel irrelevante para un PSOE cada vez más irreconocible para la izquierda trabajadora y la clara incapacidad de Izquierda Unida y Podemos para aglutinar una mayoría capaz de doblar la mano al tándem PP-Ciuddanos.
 

Las capitales de provincia y ciudades medias se convertirán en el laboratorio de las políticas de la desigualdad: recortes en políticas sociales, ventajas para quienes más tienen y pueden, recorte de impuestos y de servicios públicos, privatización de lo poco que queda público para convertirlo en negocio particular...

 
El riesgo es grande. Si a la mentalidad genéticamente conservadora del PP se le suma el discurso desvergonzadamente insolidario de Ciudadanos, y es esta alianza la que se hace con los gobiernos municipales, tendrán cuatro años para aplicar un programa de extremo liberalismo económico, que es lo que les une. Las capitales de provincia y ciudades medias se convertirán en el laboratorio de las políticas de la desigualdad: recortes en políticas sociales, ventajas para quienes más tienen y pueden, recorte de impuestos y de servicios públicos, privatización de lo poco que queda público para convertirlo en negocio particular, etc. El laboratorio del modelo de país de Albert Rivera, generoso con los pudientes e implacable con los débiles (para que espabilen).
 
Pero esto no quiere decir que todo esté perdido. Trece meses es mucho tiempo. Suficiente, si se aprovecha bien. Hay una mayoría social en España (estoy convencido) que impulsaría o al menos apoyaría un movimiento político de cambio desde una perspectiva de radicalidad democrática, compromiso ambiental, economía igualitaria y eficiencia en la gestión pública. En fin, de izquierda transformadora, que diríamos algunos que ya empezamos a ser viejos. El potencial social está ahí. Lo que falta es la herramienta política.
 
Ni la estructura propia de Izquierda Unida ni la Podemos son suficientes por si solas para articular esa mayoría social de izquierdas. Lo demostraron las pasadas elecciones municipales, autonómicas e incluso las generales de 2015. Y lo demostraron especialmente victorias como la de Madrid, que debería servirnos de ejemplo. Pero IU y Podemos, tampoco son capaces de convocar a esa mayoría social, si se unen a través de un pacto de cupular, con reparto de programa y candidaturas, como se demostró, lamentablemente, en las elecciones generales de 2016. Esa dinámica en la que los partidos elaboran un producto político para que después el votante lo consuma servirá, si acaso, para la derecha. No para quienes aspiramos a cambiar las cosas. La evidencia lo demuestra.
 

Ni la estructura propia de Izquierda Unida ni la Podemos son suficientes por si solas para articular esa mayoría social de izquierdas. Lo demostraron las pasadas elecciones municipales, autonómicas e incluso las generales de 2015

Pero trece meses son tiempo suficiente para intentar otra cosa. En IU, muchas y muchos llevamos años hablando de confluencia. Y son muchas las declaraciones de intenciones y los argumentos políticos que se han expuesto... muchos más que planes u hojas de ruta para poner en marcha esa confluencia. Y eso hay que hacerlo ya, porque se nos pasa el arroz.
 
Dice el último informe de Antonio Maillo, que en Andalucía se dan las mejores condiciones para una confluencia natural y que empodere a las partes. Y lo argumenta sobre la base de los diversos espacios de lucha compartidos que la izquierda está construyendo. Desde la huelga feminista a la defensa de las pensiones, la educación pública o la muy valiosa imagen de colaboración institucional en el Parlamento andaluz. Todo es cierto. También lo es que sin una articulación política que haga carne todo este espíritu, no habrá alternativa para ganar a la derecha en las elecciones de 2019.
 
Si la experiencia de las municipales de 2015 en contraste con las generales de ese mismo año y el corto resultado de Unidos Podemos, apenas seis meses después nos enseñaron algo, y espero que sí, es que un proceso del que los activistas de la izquierda no se sientan protagonistas, no conduce al éxito. Por eso, un proyecto político con la ambición de ganar las municipales y autonómicas de 2019 desde la izquierda, tiene que cumplir ciertas condiciones. Condiciones que yo, modestamente enumeraría así
 
1. Tiene que responder a una convocatoria generosa y plural de la izquierda organizada (IU, Podemos, Equo, izquierda republicana...) e -idealmente- con la complicidad previa de las partes más activas de la izquierda social.

2. Necesita el compromiso explícito de los partidos, de jugar el papel de herramientas por y para el empoderamiento de la gente a través de un movimiento de la izquierda social dirigido a hacerse con el poder local. Un movimiento del que la gente, constituida en asamblea, tendrá derecho a sentirse genuina protagonista.

3. Debe sustentarse en una declaración política breve pero clara. Apenas algo más que un manifiesto por las ciudades que queremos. Que deje todo el espacio a la construcción de un programa político de base ciudadana, pero con las señas de identidad de la izquierda transformadora.

4. Debe proponer unas reglas de juego claras (articulación democrática, primarias, censo de participación, estructura asamblearia, transparencia...) para que las discusiones tácticas y las guerritas de poder internas no descalabren el potencial político del movimiento.

5. Plural y horizontal. Por tanto, que todas las personas pueden participar en el mismo con igualdad de derechos -y esto exigirá la apertura de un censo- También, que no se puede vetar a nadie por el hecho de tener un pasado o presente de participación política institucional. Que cada cual se gane su liderazgo en el día a día.

6. Con un calendario marco para construir un movimiento asambleario, elabrar un programa y elegir una candidatura a tiempo de llegar a las elecciones de 2019 con la capacidad de ganar las ciudades.
Todo esto no se lleva menos de un año. Y quedan 13 meses. Ya debería haberse convocado. Ya tendrían los dirigente de IU y de Podemos que haber dado muestras de que, en este momento, están más por la labor de abrir las puertas de la polítca a las gentes de la mayoría social, que de tratarlas como clientes-consumidores de su producto político. Sin embargo, algunas de las señales que se están dando van en sentido contrario. El hecho de que se deje correr el calendario sin lanzar procesos compartidos abiertos a la ciudadanía, así lo indica y la peleíta bochornosa de las listas de Podemos en Madrid es casi una demostración.
 
No me cabe duda de la voluntad de la dirección de IU de avanzar en esta línea. También me encuentro con el mismo deseo en las personas de Podemos y de IU con las que trato y supongo que son representativas de la mayoría de su dirección... ¿A qué esperamos? Se nos pasa el arroz y como nos tengamos que comer el que nos guisen entre los representantes locales de Rajoy y Rivera en cada pueblo y ciudad, van a ser cuatro años de indigestión. Y encima, no tendremos a quién echar la culpa.
Imagen de Manuel Morales
Hijo de padres andaluces, crecí en Madrid y vivo en Granada desde los 19 años. Casado y padre dos hijas.
Me licencié en Física por la Universidad de Granada y realicé un master universitario en energias renovables. Trabajo como funcionario de la Agencia Estatal de Meteorología. Realicé en el Instituto para la Paz y los Conflictos, los cursos de preparación para un doctorado que nunca terminé, al interponerse la política en el camino.