Sierra Nevada, Ahora y siempre.

La confesión de Manuel Luna

Blog - Enlorquecidos - Juan Luis Tapia - Sábado, 20 de Junio de 2015
En esta sección se abordan una serie de teorías, testimonios, hipótesis, leyendas y demás historias que se han vertido sobre la vida, muerte y obra de Federico García Lorca. A la exposición de cada una de las informaciones que se plantean, se le adjunta el correspondiente análisis sobre su nivel de veracidad, los pros y contras. Ya saben, todo parecido con la realidad puede ser real, y también pura ficción. El silencio, el miedo, la notoriedad o bien una intencionada manipulación produjeron una serie de bulos, historias y testimonios sobre la muerte de Lorca, algunos de ellos dados como ciertos incluso en la actualidad. En ‘Enlorquecidos’ me encargaré de desmontar y analizar cada uno de ellos, quizá los más conocidos y todos aquellos que se produzcan.
Detalle de la carta, con mención a Federico.
J.L.T.
Detalle de la carta, con mención a Federico.

El perito antequerano afincado en Granada ofreció al periodista Melchor Fernández Almagro su testimonio del asesinato lorquiano

La lectura de ‘Genealogía de los rojos’, de Fernández Almagro, le movió a enviarle una carta de cinco páginas sobre la suerte de García Lorca

Dos páginas de la carta de Manuel Luna se exhibieron en la muestra ‘Lorca y Granada’, que se celebró en 1998

Corría el seis de mayo de 1939 y había que hacer méritos ante el régimen. El periodista granadino Melchor Fernández Almagro, quien fuera rinconcillista y ‘amigo’ de Federico García Lorca se decide por el régimen al escribir y publicar en La Vanguardia el artículo ‘Genealogía de los rojos’. El texto, de extremada dureza, constituye una justificación para los vencedores con conciencia al explicar que “entre los rojos no había más que criminales”. El granadino tiene la suerte de ser leído por Gregorio Marañón, a quien le fascina aquella exaltación de la causa franquista, y la muestra con interés y elogio al fascista granadino Manuel Luna, quien no pierde la ocasión de escribirle una extensa carta el 9 de mayo. En este documento manuscrito y con una extensión de cinco páginas, Luna se vanagloria de haber tenido un papel activo en varios asesinatos, donde reserva un espacio destacado al de Federico García Lorca. Manuel Luna confiesa su participación en el crimen del poeta granadino. Dos de las cinco páginas de esta carta autógrafa fueron dadas a conocer por primera vez en 1998, de la mano de Eduardo Quesada Dorador y Yolanda Romero Gómez, comisarios de la exposición ‘Federico García Lorca y Granada’, que acogió el Centro Cultural Gran Capitán. La carta en su totalidad fue publicada por el periodista Víctor Fernández en el diario La Razón en septiembre de 2007, cuyas copias entregó a la Fundación García Lorca y a Ian Gibson. Este último incluyó la carta en la nueva edición de su investigación sobre el asesinato del poeta.

 

Otro detalle de la carta de Manuel Luna. J.L.T.

La carta

El testimonio dice lo siguiente: En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistie­ron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesi­nos, criminales, violadores, incendiarios… Y gocé mucho, muchísi­mo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médi­co), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia. Algunos días después cogimos al canalla de García Lorca —el peor de todos— y lo fusilamos en la vega al lado de una acequia ¡qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Como nos reía­mos viendo sus gestos y sus muecas! Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso. Pero como le digo, tuve que irme por asuntos particu­lares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones también ayude a la depuración. En Oviedo pasé un rato agradable viendo fusilar a Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín...”

Imagen de la inauguración de la exposición de 1998 en la que se exhibió por primera vez la carta. J.L.T.

Poco es lo que se sabe de Manuel Luna. Lo que parece cierto es que fue el tío de uno de los mejores amigos de Lorca y Falla en la ciudad de la Alhambra, llamado Antonio Luna, miembro de la tertulia del poeta en el Café Alameda. Los Luna, procedentes de Antequera, vivían, al menos según el empadronamiento de 1907, en la Gran Vía de Colón, en Granada. Manuel Luna Pérez, de profesión perito, residía en el mismo domicilio de la familia de su hermano, José, siendo uno de los hijos de este último Antonio. Entre los hermanos García Lorca y los Luna García no existía ningún tipo de desavenencia, sino todo lo contrario. En el expediente matrimonial abierto para la celebración del matrimonio de Antonio Luna García y María de los Dolores Aguado Martín Montijano, el 24 de mayo de 1928 aparece como testigo Francisco García Lorca, que curiosamente le asigna el sacerdote de ocupación «del comercio». En ese año, Antonio Luna se encontraba realizando el servicio militar con el grado de sargento en el Regimiento de Artillería de Costa número 3 de Cartagena. En la celebración de su matrimonio el 31 de mayo de 1928 en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, aparece como testigo Manuel de Falla y Matheu, al que cono­ció también en la tertulia del Rinconcillo donde solía acudir el ilustre don Manuel. Otro dato interesante que refuerza la cercanía entre Antonio Luna y los García Lorca es que el médico familiar era Manuel Fernández-Montesinos Lustau, cuñado de Francisco y Federico García Lorca, como lo demuestra un certificado de enfermedad expedido por el citado médico a favor de Antonio Luna, en 1923. Con estos datos es muy improbable que su tío Manuel Luna Pérez participara en aquel asesinato y que sus palabras son más bien propias de fanfarronería, de afán de protagonismo o de posicionarse ante el régimen franquis­ta como furibundo antirrepublicano.

Veracidad

¿Pueden ser ciertas unas palabras que persiguen la adscripción a una causa? La carta de Manuel Luna Pérez tiene todos los ingredientes de la bravuconería fascista de la época, alentada por los rumores que corrían sobre el asesinato de Federico García Lorca. La Granada próxima al régimen y que participó y apoyó la sublevación militar manejaba información en aquella época. Hay numerosos testimonios y documentos que refieren detalles sobre el asesinato, como la misiva de un banquero Rodríguez-Acosta, quien apunta la fecha del crimen del poeta en un simple comentario. El rumor y las historias estaban en los salones y tertulias de los vencedores, entre los que se encontraba Manuel Luna Pérez. No queda otra, y Luna se lanzó al escenario de los ‘pensadores’ en la estela de ‘Genealogía de los rojos’ de Melchor Fernández Almagro. Quiso vivir su momento estelar con la publicación de aquella misiva. Los datos que supuestamente revela sobre el asesinato de García Lorca eran en aquellos días, en 1939, conocidos por la que García Lorca llamara “la peor burguesía de España”.  Los detalles se refieren a la acequia, que podría ser la de Fuente Grande, o no. También cita a Ruiz Alonso y confirma una vez más su participación activa no solo en la detención sino en la todavía desaparecida denuncia que llevó a García Lorca a la muerte. El detalle sobre el destacado miembro de la CEDA, Ruiz Alonso, se suma a los muchos recogidos, los últimos en un excelente libro firmado por Gibson, que acaban con la imagen de que era ‘un mandado’, alguien que ‘cumplía órdenes’ y confirman su importancia en la toma de decisiones, en la elaboración de las llamadas ‘listas negras’, que salían de los despachos del tomado Gobierno Civil.