Con Cuenca, la ciudad (+) encantada

Blog - En mi ambiente - Ignacio Henares - Martes, 7 de Junio de 2016
Cuenca, el día de su investidura.
IndeGranada
Cuenca, el día de su investidura.

Hace un mes  que se produjo el cambio en la alcaldía de la capital granadina, producido tras la dimisión,  forzada sobre todo por su propio partido, de Torres Hurtado, el alcalde que arrastró en su caída a la concejal de Urbanismo y al propio presidente provincial del PP y expresidente de la Diputación. Se producía así un cambio “en diferido” ya que Ciudadanos, que sustentaba al Partido Popular tras la pérdida de la mayoría en las últimas elecciones municipales, a pesar de que había jurado que no apoyaría la continuidad del alcalde anterior, no tenía ahora otra alternativa que favorecer el relevo del primer edil. 

Parece extraño pero en Granada fue posible. Lo que no habían podido las elecciones y las alianzas pre- y postelectorales, lo había podido la Justicia. Lo que no habían querido o sabido hacer “las fuerzas del cambio” a nivel nacional, se había logrado en la ciudad. 

 La fórmula del re-cambio tampoco ha sido muy ortodoxa ya que al nuevo alcalde lo han soltado a torear al ruedo del Pleno con una frágil minoría que obliga a consensuar a múltiples bandas muchas decisiones. La  actual coyuntura política no propicia llegar a colaboraciones más estrechas hasta conocer el resultado de las próximas elecciones generales, por lo menos, y los socialistas han asumido el reto arriesgadamente en solitario ante la insostenible situación del ayuntamiento.

Es muy escaso el tiempo para evaluar cómo va a caminar el nuevo gobierno municipal en este escenario difícil y complejo y con la losa de la herencia recibida, no sólo en el apartado económico, pero sí se apuntan importantes novedades en la actitud y en la aptitud del nuevo alcalde. A pesar de esta aparente debilidad y/o soledad, Paco Cuenca, en el escaso tiempo que lleva de alcalde, ha conseguido darle un vuelco al panorama político de Granada. Cuestiones que parecían sin solución, atascadas, bloqueadas, de las que no se podía hablar, en pocas semanas han cambiado de signo. La actividad frenética desarrollada en las primeras semanas con la vara de mando por Paco Cuenca está suponiendo un revulsivo muy importante en la lánguida vida municipal de los últimos años. Se respira otro ambiente, se advierten otros modos, hay ilusión y expectativas. 

Porque el cambio en la alcaldía tiene un gran simbolismo. Pepe Torres representaba, (aparte de lo que se vaya desvelando por los casos de corrupción y por las auditorías sobre su gestión Económica, Urbanística y de Personal), la Granada del ‘quejío’, la de los complejos. La Granada que protesta (sobre todo ante la Junta) y llora. Pepe Torres ha sido el adalid de la Granada ensimismada, déspota  -además en este caso desilustrada-, nostálgica de un pasado que nunca existió ya que si alguna vez fue paraíso, fue cerrado para unos pocos e infierno para muchos. La Granada que tiene a Ganivet, (que murió suicidado, a la segunda en las frías aguas del Báltico),  como referente intelectual ha dominado en la última década con un balance negativo. El legado que deja “el tractorista”, aparte de la penosa situación de las arcas municipales, es una ciudad aislada, sin horizonte, sin ilusión, sin proyectos de futuro. 

Los primeros días en la alcaldía de Paco Cuenca han resultado reveladores de una nueva dinámica. Su reunión a las pocas horas de acceder a la Alcaldía, con la rectora de la Universidad ha sido sintomática del cambio que necesitamos: pasar de una ciudad con una Universidad grande a ser una gran ciudad universitaria. Sus primeras poses, sus primeros gestos, que tanto han molestado a los desalojados, han mostrado a un alcalde con ganas, dispuesto a reivindicar ante quien sea, (si hace falta ir en autobús al Ministerio de Fomento por un AVE, de verdad, soterrado por supuesto, se va), pero también a cooperar, a buscar acuerdos a llegar a compromisos. Ayer mismo se paseó por el TAT Granada 2016 a mostrar y a demostrar la apuesta de la ciudad por las nuevas tecnologías. El alcalde anterior no había asistido a ninguna de las ediciones anteriores y  “presumía” de no tener ordenador y de que su secretaria le pasaba las notas a máquina. (Lo oí yo con mis propios oídos, para más inri en un congreso sobre modernización de las Administraciones Públicas).  

Pero yo en lo que veo una mayor diferencia es que ahora los referentes intelectuales, culturales han cambiado. Cuenca bebe de otras fuentes que representan la Granada más tolerante, abierta, cosmopolita, la Granada de Federico. Cuando mejor le ha ido a la ciudad es cuando este alma ha predominado. 

Ha querido la casualidad que estos primeros días en la alcaldía hayan ocurrido acontecimientos que simbolizan el cambio tan importante y radical que supone la llegada de Paco Cuenca. Ver al alcalde con la chupa en los conciertos de los ceronoventayuno es un postureo de los que me gustan;  frente “al viva el vino” y “no me gusta que a los toros te pongas la minifalda” canturreados por el exarcarde, a mí me pone más oír cantar al Cuenca “qué fue del siglo XX” o “sigue estando Dios de nuestro lado”. 

Otra escena paradigmática de esta evolución, que significa una auténtica revolución, ha sido la coincidencia en la conferencia de Francesco Tonucci, (Frato de nombre artístico), sobre “La Ciudad de los Niños”, en el marco de la exposición que se le dedica en el Parque de las Ciencias. La casualidad ha permitido que coincidan en el sueño de diseñar una ciudad a la altura de los niños, una altura universal, pero sobre todo a pensarla “con ojos de niño”. Con la mirada de ese niño crecido superando adversidades y que valora por esa razón tanto la lucha por la igualdad de oportunidades y la solidaridad con los más débiles, los más desfavorecidos. 

Y además es un chico de barrio, chanero como yo, pero hubiera sido igual que hubiera nacido en el Zaidín, en el Albaicín, en el Realejo o en cualquier otro barrio. Lo importante es que sabe que la ciudad es mucho más que lo que llamamos desde la periferia “Graná” y es sensible a los problemas de los cuatro puntos cardinales.  

 
Imagen de Ignacio Henares

Ignacio Henares Civantos es biólogo de bata, de bota, y de gabinete. Máster (de los de verdad) en Gestión del Medio Ambiente y del Agua por la Universidad de Granada. Desde 1989 es funcionario, técnico del cuerpo superior facultativo de la Junta de Andalucía donde ha desempeñado varias tareas en las Consejerías de Agricultura y Pesca y de Medio Ambiente. Durante quince años ha sido el conservador del parque nacional y natural de Sierra Nevada. En la actualidad trabaja como asesor técnico en el departamento de Sanidad Vegetal.

Escritor de numerosos artículos sobre medio ambiente y conferenciante incansable, en los últimos años ha concentrado su tarea de divulgador en Sierra Nevada, siendo coautor de tres interesantes libros divulgativos sobre Sierra Nevada: “Sierra Nevada, una gran montaña, un pequeño continente”, “Las Aves de Sierra Nevada” y “Mariposas diurnas de Sierra Nevada”. Fue colaborador de “La Voz de Granada” con un programa semanal titulado “El hombre y la Sierra” y lo has sido del periódico Granada Hoy desde el año 2014 con más de 150 reportajes dedicado a Sierra Nevada agrupados en diferentes series: “Sierra Nevada, Paraíso de Biodiversidad”, “La Huella del Cambio Global” , “Sierra Nevada, Montaña de Oportunidades” y la última que estuvo dedicada a “Sierra Nevada, Paisaje y Paisanaje”, una aproximación al parque nacional y natural de Sierra Nevada a través de ‘nombres propios’.