'Brittany Howard se pasa a la psicodelia'
No sé por qué tipo de prejuicio, nunca he hecho mucho caso a la música de Alabama Shakes. El grupo de rock sureño de Athens, Georgia, la misma ciudad de la que son originarios leyendas como R.E.M. o Neutral Milk Hotel, así como grupos tan interesantes como Drive-By Truckers, nunca despertó mi curiosidad lo suficiente, a pesar de que todo el mundo hablaba maravillas de su cantante, Brittany Howard. Así que tampoco hice mucho caso cuando esta debutó en solitario con Jaime (2019), que fue muy bien recibido, en especial en EE.UU. Se hablaba de una artista de la cabeza a los pies, de gran talento y visión única. Supongo que, en el fondo, el problema era mi gafapastismo: creo que esperaba un sonido algo facilón, con el punto justo de sabor, pero con grandes concesiones comerciales, que explicara la peculiar combinación de popularidad y aplauso crítico que recibía Howard.
Los prejuicios, a veces, funcionan; al fin y al cabo, quien piense en mí como un antiguo indie reconvertido-pero-no-mucho no andará muy desencaminado al adivinar mis gustos, como demuestra toda esta historia
Me da un poco de rabia reconocer que ha sido al ver un giro ostentoso hacia lo “alternativo” cuando me he animado a escuchar su música. No hay más que ver esa portada para intuir el cambio que buscaba Howard, pero además esta vez los adjetivos que se estaban usando para hablar de la música contenida en What Now, su segundo disco en solitario, parecían más cercanos a algo que yo podría apreciar: psicodélico, espiritual, funky... Bueno, para sorpresa de nadie, en efecto: me ha gustado este disco. Y tampoco me ha sorprendido que, al darle ahora una oportunidad, su música anterior me haya resultado indiferente. Los prejuicios, a veces, funcionan; al fin y al cabo, quien piense en mí como un antiguo indie reconvertido-pero-no-mucho no andará muy desencaminado al adivinar mis gustos, como demuestra toda esta historia. Pero basta de hablar de mí: ¿qué es lo que tiene de interesante este What Now?
Brittany Howard tiene una voz absolutamente privilegiada. Es una pasada oírla pasar de los tonos más íntimos y aterciopelados de la exquisita balada soul “I Don't” a los rugidos más fieros en el apabullante estribillo de “Red Flags”
Bueno, para empezar, Brittany Howard tiene una voz absolutamente privilegiada. Es una pasada oírla pasar de los tonos más íntimos y aterciopelados de la exquisita balada soul “I Don't” a los rugidos más fieros en el apabullante estribillo de “Red Flags”, o hacerse coros a sí misma en “Earth Sign”, o usar su voz para crear texturas en la densa y experimental “Every Color In Blue”. Es innegable que esta mujer es capaz de sacudirte de todas las maneras imaginables con su privilegiado instrumento. A esto hay que sumarle que What Now tiene unos instrumentales deliciosos, aupados por un trabajo de producción perfectamente medido, con un aroma psicodélico que da aún más profundidad a la voz de Howard. La canción que da título al disco no podía tener un groove más adictivo, y al mismo tiempo se permite jugar con las texturas con los sintes. “Another Day” es aún más funky y encima tiene un sonido totalmente saturado y distorsionado, que recuerda a los experimentos funk-rock más arriesgados de los setenta y ochenta. Hay aquí baladas jazzísticas bastante clásicas, como “Samson” (qué maravilla la segunda mitad, puramente instrumental); pero también juegos con la electrónica de baile, como la base house de la fantástica “Prove It to You”. El álbum consigue mantener una coherencia sonora mientras experimenta con múltiples registros.
Con todo esto a su favor, es imposible no dejarse arrastrar por el álbum, no contonearse despacio al ritmo de la sexy “Patience” y después chasquear los dedos con la vigorosa “Power to Undo”
Con todo esto a su favor, es imposible no dejarse arrastrar por el álbum, no contonearse despacio al ritmo de la sexy “Patience” y después chasquear los dedos con la vigorosa “Power to Undo”. Así, tan bien arropadas musicalmente y entonadas con tanta habilidad, las sencillas letras de Howard ganan un aura especial. Estas canciones hablan una y otra vez de relaciones, de enamorarse, de dejarse llevar y luego hacerse daño, y finalmente de volver a centrarte en ti misma y en lo que necesitas y poner límites. Las palabras son simples, pero el efecto de conjunto es poderoso, y en todo momento sientes que la estadounidense está hablando desde lo más hondo de su ser. ¿Cómo no quedar impresionado ante una artista, en efecto, tan completa, capaz de componer, de cantar, de tocar la guitarra y de producirse a sí misma con esta habilidad? Parecería inevitable, pues, quedarse con la boca abierta ante este álbum.
Y sin embargo... pese a todas las virtudes que he expuesto, hay una parte de mí que no adora el disco, que no es capaz de escucharlo con la devoción pura y simple que me genera la música que me enamora
Y sin embargo... pese a todas las virtudes que he expuesto, hay una parte de mí que no adora el disco, que no es capaz de escucharlo con la devoción pura y simple que me genera la música que me enamora. Buscando explicaciones a esta reticencia, creo que el factor más obvio que puedo aducir, el punto flaco más claro que le veo al álbum es cierta inconsistencia compositiva. Una canción como “To Be Still” es ciertamente bonita, pero le falta un poco de desarrollo, algo que la lleve un poco más allá de ser un par de minutos agradables que acaban justo cuando parece que están arrancando. “Patience”, por su parte, empieza muy bien, pero después se pierde en un puente amorfo, carente de dirección o músculo, y concluye sin más ceremonia. Y entonces, cuando empiezo a pensar en el resto de canciones, detecto varias en las que el estribillo no es para tanto, o me doy cuenta de que no hay tantas melodías memorables por sí mismas, sino que Howard confía más en su tremenda expresividad vocal para engancharnos.
Quizás me cueste terminar de conectar con esta mujer, pese a sus evidentes habilidades
Luego, sin embargo, pienso: ¡pero si te lo has pasado pipa escuchando estas canciones! ¿Cómo van a ser mediocres? Hay muchas formas de componer, y quizás lo que hace que las obras de Howard destaquen no sean los estribillos pegadizos, ¿qué más da? Y acto seguido me asalta la sospecha: ¿y si esto es, simplemente, tu gafapastismo atacando de nuevo? No negaré que me irrita un poco el puntito new age que envuelve el disco: las meditativas codas con sintes y campanas al final de las canciones, o el interludio donde recita un poema de Maya Angelou, o la letra flower power de “Another Day”, se me hacen un poco bola. Quizás me cueste terminar de conectar con esta mujer, pese a sus evidentes habilidades; quizás, incluso en su versión alternativa, Brittany Howard no es para mí. O quizás se trate solo de una resistencia transitoria. El tiempo dirá si What Now acabará estando entre mis discos favoritos del año o lo recordaré más bien como un disco apreciable, pero, en último término, prescindible.