'Antimanifiesto Agosti'

He pensado seriamente hacer un Manifiesto este mes de agosto. Es mejor idea que criticar los Manifiestos que escriben los demás, por más que esas críticas se hagan a través de sesudas (o no) reflexiones en forma de, a su vez, manifiestos, lo que no deja de resultar paradójico. Primera idea, pues, para el Manifiesto que he pensado hacer: es legítimo y constitucional hacer y criticar Manifiestos, incluso mediante otros manifiestos. Cómo es plenamente constitucional (dicho sea de paso y para ir buscando adhesiones a mi Manifiesto), por ejemplo, la expropiación de Rumasa (gracias al voto de calidad del presidente del Tribunal constitucional, pues sus señorías votaron 6 frente a 6, ¡oh!), la revocación de la anulación de las candidaturas de Bildu para las Elecciones Municipales y Forales del año 2011 (con votación de 6 frente a 5, ¡oh!) o la Ley Orgánica 1/24 de Amnistía para la Normalización institucional, política y social de Cataluña (con un resultado más holgado, ¡ah!). Alegrémonos todos y todas de tanta constitucionalidad junta, que sin duda favorece la aparición de manifiestos.
Y he pensado hacer un Manifiesto porque considero que “manifestarse” es sano y democrático. Desde luego, más sano y democrático que no hacerlo o, lo que es peor, hacerlo sin hacerlo
Y he pensado hacer un Manifiesto porque considero que “manifestarse” es sano y democrático. Desde luego, más sano y democrático que no hacerlo o, lo que es peor, hacerlo sin hacerlo. Es bueno contrastar ideas y pareceres, más allá del (muy español) recurso a leer la lista de “abajo firmantes” antes de posicionarse. Incluso del (aún mas español) recurso a cortar trajes a medida a los mencionados abajo firmantes, buscar oscuras razones y maquiavélicas intenciones dinerarias que llevan a la firma y una vez situados y situadas en la diana pública, mostrar a dichos firmantes como el más perfeccionado complejo de traidores a algo (normalmente un concepto evanescente, etéreo y difuso), mientras que quienes se manifiestan en contra del Manifiesto se adornan de las más altas y nobles cualidades que enorgullecen a “los más” (los más españoles, los más patriotas, los más coherentes, los más lo que sea).
De modo que segunda idea para mi Manifiesto: quizá fuere aconsejable limitar las euforias y controlar los excesos, así como atemperar el espíritu a la hora de “manifestarse”, aunque sea de manifestarse sobre lo manifestado por otras y otros. Alguien podría acusar a alguien de “colonizar” el libre espacio del manifiesto y entonces la meliflua generalidad de “colonización” que se vierte, como latiguillo o sonsonete, sobre el legítimo y constitucional Gobierno nacional, perdería vigor y se tendrían que inventar otro palabro. Y sinceramente, algunos ya no dan más de sí.
Cualquier Manifiesto debe huir, a la hora de su juicio político o argumental, del llamado derecho penal de autor
Cualquier Manifiesto debe huir, a la hora de su juicio político o argumental, del llamado derecho penal de autor. Es decir, huir de juzgar a quien realiza los hechos o emite las opiniones, y juzgar los hechos o las opiniones. Más que nada para no invocar, y menos en momentos de canícula meteorológica y/o mental, la aparición de su lógico y natural correlato, que es la muy nacional figura del juez de autor. Seguro que las y los equidistantes (a la hora de manifestarse) ante la primera figura, lo son menos al respecto de la segunda. O quizá no.
Total, que entre unas cosas y otras, la sobrevaloración vacacional recientemente descubierta y puesta en valor por no recuerdo quien, la veraniega pereza de buscar decenas o miles de adhesiones para que mi Manifiesto luzca, brille y de esplendor en el universo de los manifiestos y, por tanto, pueda provocar la aparición de varios otros manifiestos criticando el contenido del mío o la lista de firmantes, he terminado decidiendo que no voy a hacer ningún Manifiesto. ¡Y que ustedes disfruten lo que queda de agosto!