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Andalucía sufre la doctrina del Shock

Blog - Cuestión de Clase - Manuel Morales - Martes, 7 de Abril de 2020
Una de las votaciones a las que alude el texto, el pasado día 2 de abril.
Parlamento de Andalucía
Una de las votaciones a las que alude el texto, el pasado día 2 de abril.
Se pueden encontrar mascarillas contra la epidemia y gel desinfectante, pero pagando diez veces su valor. Algunos de los comportamientos más repugnantes en estos momentos, son los de los oportunistas que buscan su beneficio particular aprovechando el dolor colectivo y la emergencia. No son estas conductas exclusivas de los especuladores. También el gobierno andaluz ha decidido aprovechar el momento.
 

Una etapa en la que los siervos políticos del capital aprovechan los momentos de crisis extrema para cambiar las leyes a favor de los más ricos, recortando derechos, privatizando lo que era público y eliminando barreras democráticas al poder del dinero

Explica Naomi Klein en su libro La Doctrina del Shock que esta es la era del capitalismo de la catástrofe. Una etapa en la que los siervos políticos del capital aprovechan los momentos de crisis extrema para cambiar las leyes a favor de los más ricos, recortando derechos, privatizando lo que era público y eliminando barreras democráticas al poder del dinero. Es un libro recomendable en el que se detalla cómo esta técnica se empleó en el Chile de Pinochet, en el Irak post Sadam, en la Nueva Orleans de después del Katrina o en la Indonesia tras el Tsunami. Golpe, invasión, huracán o tsunami, da igual. Se trata de aprovechar que la población se encuentra en estado de shock, preocupada por su supervivencia, para erosionar la democracia y la igualdad.
 
 
En la próxima edición de La Terapia del Shock, la doctora Klein podrá incluir el ejemplo de Andalucía en 2020. El peor día de esta epidemia ha sido el 2 de abril, con 961 víctimas mortales. Ese día, en la etapa más aguda del coronavirus, con la población encerrada en casa y sólo 20 diputados en el Parlamento, la derecha andaluza cambió de golpe 30 leyes. Todas con relevancia económica y todas en un mismo sentido: alterar las reglas de juego a favor del poder económico y en contra del pueblo andaluz. Para esto era el pacto. Olvídense de caza, toros, vetos parentales y otras zarandajas ideológicas. Era por la pasta, por supuesto. Por destacar sólo algunos elementos del contenido de este decreto, tomen nota de los siguientes:
 
  • Las emisoras municipales, que hasta ahora servían para democratizar el acceso a los medios de comunicación, se venderán a poderosos grupos económicos controlados, en su mayoría, por los grandes bancos, mientras las emisoras ilegales de la ultraderecha ganan el derecho a contratar anuncios publicitarios.
  • Los grandes comercios de más de 300 metros cuadrados, ganan la posibilidad de abrir en domingos y festivos. Esto les permitirá competir y llevar a la ruina a miles de comercios familiares que sobreviven gracias, precisamente, a esta pequeña ventaja.
  • Se reducen exigencias a la proliferación de campos de golf o puertos deportivos y se favorece la especulación urbanística y la vuelta a la burbuja del ladrillo, al eliminar controles e informes públicos para la construcción de urbanizaciones aisladas en parajes privilegiados, que ahora podrán declararse de interés autonómico.
  • Se sustituyen los planes especiales y proyectos de actuación en suelo no urbanizable para la implantación de diversas infraestructuras, canteras y minas por un mero informe, lo que facilitará que se desarrollen pese a la oposición social o daños ambientales.
  • Se fomenta el consumo de productos contaminantes o dañinos para el cambio climático, al eliminar el cálculo obligatorio de la huella de carbono de productos y servicios.

En Granada, la concreción de estas medidas amenaza los espacios protegidos de Sierra Nevada o la Vega; amenaza a miles de familias de pequeños agricultores que tendrán que competir con lucrativos campos de golf por unos recursos hídricos escasos; crea tensión sobre las ramblas o humedales de la costa, para los que existen desde hace años proyectos de puertos deportivos, catastróficos para playas y ecosistemas

En Granada, la concreción de estas medidas amenaza los espacios protegidos de Sierra Nevada o la Vega; amenaza a miles de familias de pequeños agricultores que tendrán que competir con lucrativos campos de golf por unos recursos hídricos escasos; crea tensión sobre las ramblas o humedales de la costa, para los que existen desde hace años proyectos de puertos deportivos, catastróficos para playas y ecosistemas.
 
Cualquiera de estas modificaciones, por sí sola, habría levantado las protestas de agricultores, ecologistas, pequeños comerciantes, periodistas, sindicatos o de la ciudadanía en general. Ahora no. En pleno estado de alarma, con las libertades democráticas de reunión y manifestación suspendidas y la población en estado de shock, la protesta es imposible.La legitimidad democrática de esta reforma es más que cuestionable. Máxime si se tiene en cuenta que han participado en su diseño los beneficiarios: la patronal andaluza, mientras se ha negado el diálogo a colegios profesionales, partidos y sindicatos que han pedido por escrito un plazo para poder debatir las medidas. Plazo que se les ha negado.
 
El pacto de la derecha sirve para repartir la riqueza de Andalucía a grandes empresas, millonarios y amiguetes. Sólo estaban esperando la oportunidad. Y la epidemia se la ha dado. Donde todos vemos tragedia y sufrimiento, ellos han visto la ocasión de hacer negocio. Igual que los que especulan con geles y mascarillas. Gracias al gobierno andaluz de la derecha, cuando salgamos de la epidemia la clase trabajadora habrá perdido bienes públicos y los dueños del capital serán un poco más ricos. Una vez más, el pueblo pone los muertos y la derecha recoge los beneficios.
 
Imagen de Manuel Morales
Hijo de padres andaluces, crecí en Madrid y vivo en Granada desde los 19 años. Casado y padre dos hijas.
Me licencié en Física por la Universidad de Granada y realicé un master universitario en energias renovables. Trabajo como funcionario de la Agencia Estatal de Meteorología. Realicé en el Instituto para la Paz y los Conflictos, los cursos de preparación para un doctorado que nunca terminé, al interponerse la política en el camino.