Había pensado dedicar esta columna a comentar la composición del nuevo Consejo General del Poder Judicial con la ilusión de que este viernes se produciría el anuncio del acuerdo para su desbloqueo como parece que estaba todo previsto.

Y confiaba en que el viejo/nuevo líder del PP tuviera un acto de responsabilidad y se comportara como un hombre de estado que aspira a presidir un gobierno. Aquí sí he pecado de ingenuidad

No es que sea un iluso y desconociera que las razones poderosas que lo habían impedido hasta ahora hubieran desaparecido por arte de birlibirloque, pero esperaba que al haberse complicado mucho la situación, especialmente desde la dimisión de Carlos Lesmes como presidente del CGPJ, hubiera un acuerdo entre los negociadores de los dos grandes partidos que son necesarios para obtener la mayoría cualificada de 3/5 que se requiere para el nombramiento de los nuevos miembros. Y confiaba en que el viejo/nuevo líder del PP tuviera un acto de responsabilidad y se comportara como un hombre de estado que aspira a presidir un gobierno. Aquí sí he pecado de ingenuidad. 

A pesar de las expectativas que le auparon como persona capaz de llegar a acuerdos de interés general, el líder actual del PP está demostrando que no es capaz de sacudirse esa deriva del ‘cuanto peor, mejor’ que identifica a la derecha desde hace ya tiempo cuando está en la oposición

Carlos Lesmes había anunciado en septiembre que dimitiría si no se producía la renovación y varias semanas después reconoció que la situación era vergonzosa, aunque fue uno de los responsables de que se hubiera prolongado durante este largo periodo de tiempo; si él está ahora avergonzado muchos llevamos avergonzados mucho tiempo, desde el mismo inicio de este vodevil. Porque Lesmes, que fue director general de Justicia en el gobierno de Aznar, (aunque se le llena la boca de la independencia de los jueces), ha sido más que ‘cómplice’, un ‘cooperador necesario’, por utilizar términos jurídicos del ámbito penal. Su atrincheramiento y enquistamiento ha facilitado la situación de bloqueo que tiene un responsable principal: la dirección del Partido Popular, antes Pablo Casado que hizo de este asunto uno de los elementos de su estrategia de confrontación exacerbada, y ahora Núñez Feijóo. A pesar de las expectativas que le auparon como persona capaz de llegar a acuerdos de interés general, el líder actual del PP está demostrando que no es capaz de sacudirse esa deriva del ‘cuanto peor, mejor’ que identifica a la derecha desde hace ya tiempo cuando está en la oposición. Ya se le vio el plumero cuando primero negó que hubiera un acuerdo firmado por sus antecesores y luego, ante la evidencia, se opuso a cumplirlo.

Ante la publicidad del argumento, el juez Marchena, que era el consensuado como nuevo presidente, comunicó que “con él no cuenten” con lo que se dio por roto el Pacto.

Esta renovación del CGPJ lleva pendiente desde diciembre de 2018, así que pronto se cumplirán los 4 años, y arrancó con una ruptura de las negociaciones, (conviene contarlo para el que no lo sepa o para refrescar la memoria), cuando se filtró un wasap de Ignacio Cosidó, por entonces senador del PP pero antes un alto cargo del Ministerio del Interior con Rajoy. Aunque este personaje es de perfil muy ‘religioso’, su forma de explicarle a sus compañeros de bancada que debían apoyar el pacto para la renovación del CGPJ no se puede considerar muy ‘católica’ ya que afirmaba que con el acuerdo controlarían “por la puerta de atrás” la sala 2ª del Tribunal Supremo, curiosamente la que investiga y juzga los delitos de corrupción de los partidos políticos. Ante la publicidad del argumento, el juez Marchena, que era el consensuado como nuevo presidente, comunicó que “con él no cuenten” con lo que se dio por roto el Pacto.

Durante más de 1400 días el PP ha utilizado todo tipo de artimañas para no cumplir con este mandato constitucional. Cuando no han puesto pegas, en realidad vetos, a los candidatos propuestos, se han agarrado al tema de los indultos o a la presencia de Unidas Podemos en el gobierno, a la proximidad de una cita electoral (primero las catalanas, luego las madrileñas, las de Castilla-León y finalmente las andaluzas) … toda excusa ha sido buena para mantener un CGPJ caducado.

Una de las excusas que con mucho rostro ha utilizado la derecha es la de que quieren cambiar el sistema de elección de estos miembros. Pablo Casado incluso llegó a decir que la Constitución indicaba que los jueces tenían que elegir a los jueces. No sé qué texto, qué versión manejan de la CE78, pero el que yo tengo en casa en su artículo 122.3 recoge:

Parece que hay una confusión interesada entre dos preposiciones: entre (“entre los jueces”), y por (“por los jueces”).

Y aquí entra en juego la manipulación que hace la derecha y sus (poderosos) aliados mediáticos que quieren hacer creer que el PP está ralentizando, frenando, enfriando o bloqueando la renovación del CGPJ porque es el artífice de la despolitización y la independencia del Poder Judicial

Y aquí entra en juego la manipulación que hace la derecha y sus (poderosos) aliados mediáticos que quieren hacer creer que el PP está ralentizando, frenando, enfriando o bloqueando la renovación del CGPJ porque es el artífice de la despolitización y la independencia del Poder Judicial, confundiendo la función jurisdiccional de jueces y magistrados, que sí es y debe ser independiente de otros poderes del Estado, con la función de gobierno de los jueces que emana de las Cortes Generales como señala el artículo antes referido. 

Este sistema de elección de los 20 miembros del CGPJ se remonta a 1985 y el PP en todo ese tiempo no se le ha ocurrido propiciar un cambio en el sistema; curiosamente sólo lo plantea cuando pasa a la oposición apoyado en un sector poderoso de los jueces que no es que quieran ejercer de contrapeso a los otros poderes del Estado, sino que pasan ya a querer constituirse en otro peso, una balanza desequilibradora ‘por la cara’, sin tener esa función atribuida constitucionalmente. Parecería que este sector creyera que su poder tiene origen divino, de ‘casta’.

Felipe González, al que la derecha a veces se aferra cuando quiere arrimar el ascua a su sardina, lo ha dicho muy claro en el acto del aniversario del 28 O, celebración de los 40 años de la primera victoria electoral socialista: “El PP tiene derecho a cambiar la ley, pero primero debe cumplirla. Eso es lo responsable y lo democrático”

Felipe González, al que la derecha a veces se aferra cuando quiere arrimar el ascua a su sardina, lo ha dicho muy claro en el acto del aniversario del 28 O, celebración de los 40 años de la primera victoria electoral socialista: “El PP tiene derecho a cambiar la ley, pero primero debe cumplirla. Eso es lo responsable y lo democrático”.

Independientemente de la coyuntura actual en la que lo que tiene que producirse es el cumplimiento estricto de la ley, del mandato constitucional, lo que no es de recibo es cuestionar la legitimidad democrática de las Cortes Generales y querer que los 5.000 jueces quieran quedar por encima de los 47 millones de ciudadanos españoles. El sistema actual goza de una doble legitimidad en la medida en que los miembros del CGPJ son propuestos por los jueces y decidido por las Cortes, sede de la soberanía popular.

¡Qué casualidad que siempre se produce este bloqueo cuando el PP pasa a la oposición! 

¡Qué casualidad que siempre se produce este bloqueo cuando el PP pasa a la oposición! Es una muestra más de que la derecha no sabe perder, no asume los resultados democráticos y establece una estrategia de deslegitimación del gobierno, de intento de romper el balón como si fuera suyo cuando los resultados electorales le son adversos.

Lo que ha conseguido el Partido Popular primero con Casado y ahora con Feijóo es provocar un gran daño al funcionamiento del máximo órgano de gobierno de los jueces, que tiene efectos colaterales en otras instancias, un daño que es muy grande, cada vez más, y además un descrédito y desconfianza de la ciudadanía en la Justicia que tardarán en repararse.

Hay que revelar que la razón principal por la que el PP se resiste como gato panza arriba a la renovación del CGPJ es que, en el actual, elegido por el Congreso y el Senado a finales del lejano mes de noviembre de 2013, ha encontrado connivencia para tapar sus vergüenzas especialmente en el tema de la trama Gürtel y del caso Kitchen

La última excusa para romper el que iba a ser inminente acuerdo es de risa si no fuera el asunto tan serio. La propuesta de reforma del Código Penal que impulsa el gobierno para rebajar las penas del delito de sedición y homologarlas a las que hay en otros países europeos, se conocía durante las conversaciones, ya muy avanzadas, y además era conocida desde el discurso de investidura del presidente Sánchez.

Hablando en plata como a mí me gusta y sacando punta al tema como es el objetivo de esta columna, hay que revelar que la razón principal por la que el PP se resiste como gato panza arriba a la renovación del CGPJ es que, en el actual, elegido por el Congreso y el Senado a finales del lejano mes de noviembre de 2013, ha encontrado connivencia para tapar sus vergüenzas especialmente en el tema de la trama Gürtel y del caso Kitchen.

No ha resistido al aliento de Ayuso (que no ha tardado en filtrar a la prensa que ella era la ‘inductora’ -por seguir con términos penales-) que se ha aupado como representante de las facciones más reaccionarias de su partido, jaleadas por algunos medios de comunicación

El desenlace, si Feijóo no es capaz de reconducir la situación, significará que el presidente del PP pinta menos que follatabiques, como decía mi amigo Rafael, o que “le han temblado las piernas”, en palabras del Presidente del Gobierno. No ha resistido al aliento de Ayuso (que no ha tardado en filtrar a la prensa que ella era la ‘inductora’ -por seguir con términos penales-) que se ha aupado como representante de las facciones más reaccionarias de su partido, jaleadas por algunos medios de comunicación; y de camino Núñez Feijóo ha dejado en la cuneta, además, a algunos de sus más estrechos colaboradores que habían conducido la negociación hasta (casi) el final siguiendo sus indicaciones.

Yo tengo mi teoría y es que Feijóo simplemente se debe y está sirviendo a los que se quitaron de en medio a Pablo Casado y lo colocaron en su lugar y no me refiero, como es obvio, a los militantes del PP, que solo sancionaron una operación realizada entre bambalinas por los ‘poderes oscuros’. Feijóo sólo será respaldado y sostenido por esos poderes fácticos mientras se pliegue a sus designios. Todavía más decepcionante es que parece que lo hace más con agrado que con resignación.