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Entrevista

Víctor Alonso (musicólogo y guitarrista de rock): "Ser amigo de los medios fuerza una pérdida de objetividad y de contenido que solo va en detrimento del lector"

Cultura - JTG - Miércoles, 17 de Mayo de 2023
El músico granadino diagnostica en su trabajo de fin de carrera la salud del periodismo musical en los medios generalistas.
Víctor, a la izquierda, con Sölar.
JTG
Víctor, a la izquierda, con Sölar.
Lo normal es que en los medios se hable de música (cada vez menos, seamos realistas, ¡en muchos ya no es cultura, es simplemente ocio!), pero la inversa resulta un hecho excepcional más allá de las tertulias privadas. Que sean los propios músicos los se fijen y analicen cómo hablamos los medios de su trabajo, es completamente inusual. Víctor Alonso Villa, guitarrista de varios grupos de rock en Granada, nos ha devuelto la pelota en su trabajo de fin de grado en Historia y Ciencias de la Música. Un texto que debiera ser obligatorio leer a este lado de la pantalla.     

─ Escribir de música dicen que es como bailar arquitectura ¿qué me dice?

─ Para mí, escribir sobre música no solo es una manera de difundir una interpretación sobre un texto musical (del que a su vez podríamos construir una enorme red de “reinterpretaciones”) en un contexto y momento histórico determinado, sino que constituye un ejercicio intelectual crítico que a menudo envuelve otras posibilidades igualmente artísticas. Desde mi punto de vista, es tan musical hacer una canción cómo escribir sobre ella, al igual que es tan artístico bailar con un edificio contemporáneo a través de sus formas.

─ Ser músico y hacer un trabajo sobre periodismo musical... ¿Es hacer la bola a los medios?

"Conocer las horas de ensayo, de estudio, de preparación, el esfuerzo, la frustración y la presión a la que alguna vez todos mis compañeros y yo hemos estado expuestos, aporta una visión más crítica del hecho en sí"

─ Una de las grandes lecciones que aprendí en la carrera es que es importante conocer el hecho del que vas a escribir desde muchos ángulos, y conocer la profesión desde dentro no deja de ser un acercamiento más al hecho musical. Aunque se puede escribir sobre música sin ser músico (pero irremediablemente, sabiendo música), el haber llevado el hábito me permite una comprensión más empática de aquello de lo que se está escribiendo. Conocer las horas de ensayo, de estudio, de preparación, el esfuerzo, la frustración y la presión a la que alguna vez todos mis compañeros y yo hemos estado expuestos, aporta una visión más crítica del hecho en sí. De igual forma, la relación músico-medio y crítico-medio, son relaciones completamente diferentes, cada uno con sus implicaciones. Si bien como músico nunca rechazaré el apoyo de los medios, pienso que como crítico no se puede hacer la pelota a estos, ya que lo que se plasma por escrito no deja de ser una posibilidad, más o menos apoyada por argumentos, mejores o peores, pero que comparte ecosistema con otros profesionales que pueden y deben tener su visión personal de aquello sobre lo que escriben. Corresponde al medio discriminar cuáles de los acercamientos responde mejor a los intereses del propio medio, aunque aquí ya no estemos hablando de periodismo de calidad.

─  Y cómo hemos salido? ¿Aprobamos?

"El objetivo de mi TFG no era tanto una evaluación como un diagnóstico, en el que no se describe un “mejor o peor”, sino un conjunto de circunstancias que a mi parecer tamizan el contenido que le llega al lector"

─ El objetivo de mi TFG no era tanto una evaluación como un diagnóstico, en el que no se describe un “mejor o peor”, sino un conjunto de circunstancias que a mi parecer tamizan el contenido que le llega al lector. No se trata de analizar si el texto está o no bien escrito, que sea más o menos técnico, o que el medio se interese más o menos por la cultura en general y la música en particular, sino entender las estrategias que sin lugar a dudas guían la construcción de una crítica musical, forzada a adecuarse a un contexto sociocultural, al igual de la música. De poco serviría escribir sobre un festival indie y centrarse en exclusiva en la descripción y análisis de la armonía de las canciones de un grupo en particular, al igual que sería absurdo ir al auditorio Manuel de Falla a una representación y quejarte porque no hubiera pantallas led en el interior del teatro. No obstante, la adecuación del texto poco tiene que ver con la extensa lista de “normas no escritas” que rigen actualmente la crítica musical, especialmente en el terreno de las músicas populares urbanas, cuya crítica se ve obligada en cierta medida a buscar una conexión rápida con el lector por la propia naturaleza del consumo contemporáneo de esos textos, fugaz y digital, en una era en la que veinticuatro horas envejecen tanto a un hecho como para que el lector lo descarte como información interesante más allá de lo anecdótico.

─ Y digo ‘hemos’ porque usted también lo practica ocasionalmente ¿juez y parte?

─ Precisamente uno de los principales objetivos de la carrera es la construcción de ese sentido crítico que permite ser juez y parte. Ser músico tan solo me concede más herramientas para profundizar en la música y las circunstancias de las que estoy escribiendo, pero no por ello debemos perder el norte de lo que estamos argumentando, para bien o para mal. Como decía, conocer la profesión desde dentro permite una empatía que va más allá de lo que se está viendo y/o escuchando, pero no por ello se puede defender lo indefendible o condenar un trabajo artísticamente atrayente (caso que, tristemente, se da más a menudo que el primero). Creo que ser juez y parte es una característica interesante que recomendaría cualquier músico y crítico que se interese por el contenido del texto musical en cualquiera de sus formas.

─ Me llama la atención que se fija en medios nacionales, no locales ¿para no perder amigos? 

─ El objetivo de mi TFG era ofrecer una muestra relativamente amplia a analizar bajo la premisa de que a mayor número de lectores, mayor sería la fiabilidad del texto sobre el que iba a trabajar. Los medios nacionales ofrecen un alcance objetivamente mayor que los locales, ya que mayoritariamente prestan atención a aquellos contenidos que van a atraer mayor cantidad de público. El tema de la amistad con los medios sin embargo es un tema un poco más complicado, porque precisamente el “bienquedismo” es una de las enfermedades (con muchos matices) que diagnostico a la industria en los últimos 10 años. Ser amigo de los medios, ya sea como juez o como parte, desde mi punto de vista fuerza una pérdida de objetividad y de contenido que solo va en detrimento del lector. Animo a todo escritor desde mi inexperiencia a ser subversivo y objetivo con los medios en los que escriba.

─  Y solo en la escena pop, ni la del jazz, el rock, el folk...

"Empezar con un camino nuevo como hubiera podido ser el caso del jazz o del folk, hubiera requerido de una inversión de tiempo mucho mayor en concepto de investigación teórica"

─ Pura deformación profesional. Trabajar el indie me resultaba más sencillo por el hecho de que era un tema que he tenido la ocasión de trabajar en profundidad (a nivel teórico) a lo largo de la carrera universitaria, y a nivel práctico en parte de mi vida profesional, y puestos a realizar una investigación más o menos profunda y más en las circunstancias de premura en las que escribí mi TFG, prefería que fuese un tema en el que ya tuviera cierto camino andado. Empezar con un camino nuevo como hubiera podido ser el caso del jazz o del folk, hubiera requerido de una inversión de tiempo mucho mayor en concepto de investigación teórica.

─  Sin duda hubo momentos mejores para el periodismo musical, pero ¿qué conclusiones ha sacado?

─ Las conclusiones que pude enumerar en mi trabajo fueron variadas, pero destacan principalmente dos. En primer lugar, que el grueso de la producción se encuentra en medios de pequeño formato, principalmente webs y blogs personales, y que los repositorios de los periódicos no son tan accesibles como pudiera parecer. Y en segundo lugar, que la muestra analizada carece en su inmensa mayoría de contenido estrictamente musical y escasea preocupantemente el contenido crítico sobre los hechos musicales, relegando los textos al formato de una crónica basada en el relato de los acontecimientos sin entrar en el contenido musical más que en el enunciamiento de un juicio crítico, donde se le concede mucha más atención al despliegue tecnológico que al musical.

─ Y ¿en qué debiéramos mejorar?

─ No me veo ni por asomo en condiciones de ser yo quien dé consejos de mejora a una industria que lleva mucho más tiempo funcionando que yo vivo, y carezco de la experiencia necesaria para saber si “lo que yo cambiaría” realmente es una mejora. No obstante, como músico y musicólogo, abogaría por retomar ese contenido musicalmente rico del que sí disfrutan otros géneros como la música clásica (en ocasiones) o la contemporánea (cuando es entendida), así como ser realmente crítico con aquello sobre lo que se escribe y no supeditar el texto a su consumo masivo, donde quedan excluídos los juicios estéticos o de calidad y donde “todos los conciertos son fantásticos, con un sonido maravilloso y unas buenas luces”. Un concierto, es mucho más que eso, y aunque no sea un consejo que yo siempre me aplique (para no perder amigos), ojalá quisiéramos decir abiertamente cuando algo no está bien hecho y supiéramos argumentar por qué