'ningún barrote podía aprisionar su conciencia'

Rosario Ramírez Mora: la “prima” Rosario

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 23 de Julio de 2022
Rosario Ramírez Mora y su marido Cayetano Rodríguez García fueron dos luchadores antifranquistas, humildes trabajadores, fieles a sus ideales comunistas, pasearon su dignidad por las cárceles de Jaén y Granada y conquistaron su propia libertad, porque ningún barrote podía aprisionar su conciencia. Un espléndido reportaje de Alfonso Martínez Foronda.
Boda de Cayetano y Rosario en 1958. Foto cedida por la familia, copia en AHCCOO-A.
Boda de Cayetano y Rosario en 1958. Foto cedida por la familia, copia en AHCCOO-A.

Rosario Ramírez Mora y su marido Cayetano Rodríguez García fueron dos luchadores antifranquistas que, desde mediados de los años sesenta del siglo pasado, se negaron a darle la razón a ese gobernador civil que dijo que la provincia de Jaén era “una balsa de aceite”. Ellos, humildes trabajadores, fieles a sus ideales comunistas, pasearon su dignidad por las cárceles de Jaén y Granada y conquistaron su propia libertad, porque ningún barrote podía aprisionar su conciencia.

Foto de carnet de Rosario Ramírez.

Ambos empezarán a militar en el PCE del Departamento de La Garonne y, desde entonces, en sus viajes esporádicos a Jaén, iniciarán un camino de solidaridad que será definitorio en su trayectoria personal y política

Difícil adentrarse en la figura de Rosario –había nacido en Cabezas de San Juan (Sevilla), pero jiennense de adopción-, sin hablar de su compañero, camarada y marido, Cayetano Rodríguez García, con el que se había casado en 1958, en Espeluy (Jaén), y con el que emprende el camino de la emigración francesa en 1962. Ambos empezarán a militar en el PCE del Departamento de La Garonne y, desde entonces, en sus viajes esporádicos a Jaén, iniciarán un camino de solidaridad que será definitorio en su trayectoria personal y política. Y es que traían dinero para los familiares de presos políticos que recogían, a su vez, entre otros camaradas de la emigración, al tiempo que repartían el Mundo Obrero entre sus allegados de Mengíbar y Espeluy.

Estas primeras acciones serán al margen de la propia organización, porque el PCE provincial había sufrido una fuerte caída en 1961 que lo había desarticulado por completo. Cuando el matrimonio vuelve definitivamente a Mengíbar en 1965, seguirán “buscando” al Partido y en 1966 se desplazan a Jaén: él como conductor; ella, como “sirvienta”. Sin haber encontrado todavía al Partido, confeccionarán su propia vietnamita o se comprarán un magnetofón para grabar las emisiones de la Pirenaica, al tiempo que van incrementando efectivos en la capital. Un año más tarde, conectarán con ellos militantes de Andújar y Torredonjimeno, quedando integrados en la organización provincial.

La generosidad del matrimonio no tiene límites y casi todo lo que ganan lo dedican al Partido: se compran una Vespa para visitar a otros militantes en la provincia o ponen al servicio del PCE un piso de protección oficial que habían adquirido

La generosidad del matrimonio no tiene límites y casi todo lo que ganan lo dedican al Partido: se compran una Vespa para visitar a otros militantes en la provincia o ponen al servicio del PCE un piso de protección oficial que habían adquirido y donde se guarda el aparato de propaganda o se celebran las reuniones del Comité Provincial. Dado que la organización de Jaén es muy precaria, se encarga a la de Granada que conectaran con ella y les proporcionaran ayuda. Hasta este piso venían el Secretario Provincial Paco Portillo y otros camaradas como Antonio Valdivia, para proporcionarles directrices políticas o propaganda. Es a partir de 1968 cuando se decide que Rosario se dedique a la solidaridad con los presos políticos de la cárcel de Jaén, en una doble dirección: de un lado, proporcionando comida, habida cuenta que el rancho carcelario era pura bazofia; y, de otro, favorecer la estancia de las mujeres de los presos cuando venían a visitar a sus familiares a la cárcel. El azar había dispuesto que la mujer del histórico militante del PSUC, Pere Ardiaca i Martín –había sido condenado a 12 años de cárcel y había ingresado en la de Jaén en 1968-, tuviera el mismo apellido que Rosario “Ramírez”. Y he aquí que Rosario se planta un día en la prisión y pide entrevistarse con Pére Ardiaca, como si fuese su “prima”.

Rosario y Cayetano en los años sesenta. Fotos cedidas por la familia y copia en AHCCOO-A. 

La cara del dirigente comunista, ya en el colutorio de comunicaciones, fue un poema cuando vio delante a una mujer que no conocía, pero con esa larga historia antifranquista a sus espaldas, pudo comprender que se trataba de una enviada del Partido

La cara del dirigente comunista, ya en el colutorio de comunicaciones, fue un poema cuando vio delante a una mujer que no conocía, pero con esa larga historia antifranquista a sus espaldas, pudo comprender que se trataba de una enviada del Partido. Es, desde entonces, cuando entre los presos políticos de Jaén se la empezó a llamar “La prima Rosario”.

El trabajo era extenuante, porque los hombres recogían alimentos entre los camaradas de la provincia, al tiempo que Rosario los preparaba en su casa o pedía directamente productos en el mercado de San Agustín, sin recato alguno, diciendo abiertamente que “era para los presos políticos, los mejores hombres del país” que estaban encarcelados por luchar por las libertades democráticas. Durante ese tiempo, entre 1968 y 1970, esas actividades se realizaron sin ningún contratiempo, pero la BPS los dejará hacer para tener un mapa más preciso de la organización y que le permitiera asestarle un golpe definitivo.

Se les abren diligencias en el TOP (Sumario 1.202/70) y el Fiscal los acusa de propagada ilegal y asociación ilícita, pidiendo para cada uno de ellos ocho años de prisión (cuatro por cada uno de los delitos)

Será la campaña contra el Proceso de Burgos de diciembre de 1970 la ocasión de oro para detenerlos. Ingenuamente, se habían dirigido a algunos abogados jiennenses para que ellos protestaran contra los tribunales especiales, pero uno de ellos da cuenta a la policía de la carta recibida –siempre hay delatores- y la BPS, tirando del hilo, descubrirá que había sido Rosario la que había comprado dos centenares de sobres en un mismo establecimiento. Jaén era muy pequeño. Luego todo fue rápido y tanto Cayetano como Rosario serán detenidos el 2 de diciembre de ese año, al tiempo que cae el aparato de propaganda, revistas y panfletos que escondían en su propio domicilio. A ambos se los llevan detenidos a los antiguos calabozos sitos en los bajos de la actual Diputación Provincial, los aíslan y comienzan los interrogatorios, no exentos de malos tratos físicos a Cayetano y psicológicos a Rosario. Se les abren diligencias en el TOP (Sumario 1.202/70) y el Fiscal los acusa de propagada ilegal y asociación ilícita, pidiendo para cada uno de ellos ocho años de prisión (cuatro por cada uno de los delitos).

Militantes del PCE en Torredonjimeno (Jaén), junto a Cristina Almeida y Rosario en 1977. Cedida por el PCE de Torredonjimeno.

Ahí empieza el calvario de Rosario, que desde ese momento siempre estará sola, tanto en la comisaría, como posteriormente, cuando la llevan a la cárcel provincial, donde coincide con otras reclusas comunes, fundamentalmente, prostitutas

Ahí empieza el calvario de Rosario, que desde ese momento siempre estará sola, tanto en la comisaría, como posteriormente, cuando la llevan a la cárcel provincial, donde coincide con otras reclusas comunes, fundamentalmente, prostitutas. La caída se había cortado con ellos dos. Accidentalmente, la detención de un estudiante de Andújar en el contexto del Estado de Excepción del 15 de diciembre de ese mismo año, hizo que las detenciones se extendieran por el resto de la provincia entre el 16 de diciembre y mediados de enero de 1971, volviendo a ser desarticulo el PCE, con un total de 41 detenidos. Todos ellos, (que incluyen en el mismo sumario)  son enviados a la cárcel, donde irán saliendo en libertad provisional a los pocos meses. Sin embargo, de todo el expediente, solo Rosario y Cayetano, inexplicablemente, permanecen en la prisión de Jaén hasta agosto de 1972, en que ambos son trasladados a la prisión provincial de Granada. Tendrán que esperar hasta el 25 de noviembre de 1974 en que se celebre el juicio, en que son puestos en libertad. Durante todo ese tiempo, Rosario nunca pudo ver a su marido, como denunciaba Mundo Obrero:

“A Cayetano Rodríguez y a su esposa Rosario Ramírez, ejemplar matrimonio de Jaén, detenidos con otros cuarenta campesinos, el director [de la prisión] no les permite la comunicación por el locutorio normal sino que les obliga a hacerlo a través de dos ventanas enrejadas que separan una habitación. Separados por más de cuatro metros tienen que gritar su íntima conversación ante una funcionaria que se sitúa al lado de Rosario y de un carcelero al lado de Cayetano. Manuel Márquez [director de la prisión], emplea toda la saña en intentar humillar a los presos políticos”. (Denuncia del PCE de la situación del matrimonio, en AHPCE, Represión, 1107, de 29 de julio de 1971).

Pero la textura humana de Rosario la encontramos, de nuevo, en la cárcel de Granada. Casi todas las presas políticas que coincidieron con ella, estudiantes y trabajadoras, la recuerdan como una verdadera madre. La llegada de Rosario a la cárcel, cambió la actitud de las funcionarias, acostumbradas a bregar solo con las comunes, que terminaron respetándola y valorándola. Rosario mantendrá ocasionalmente altercados con estas funcionarias que en no pocas ocasiones se quedaban con productos que llegaban desde el exterior o contra la censura que aplicaban al periódico local o contra el trato indigno que infligían a las comunes.

En ese tiempo, será también una referencia moral para  las reclusas comunes con las que convive

En ese tiempo, será también una referencia moral para  las reclusas comunes con las que convive. Es el caso de una reclusa a la que metieron en la celda de aislamiento o de castigo durante algunos días, donde se revolcaba, como animal, en sus propios excrementos. Rosario logró sacarla de la celda, darle un vaso de leche caliente y meterla en la cama, donde se quedó dormida como una bendita. Pero también organiza a las comunes en sus tareas diarias con el objetivo no sólo de ocupar mejor el tiempo, sino para fortalecer su ánimo; a las prostitutas, les decía que su “oficio” era una forma de explotación derivada en muchos casos de la falta de puestos de trabajo dignos y que, en  ocasiones, éstas se echaban a llorar; o les leía las cartas que recibían o ella misma se las escribía. Tal fue el ejemplo de Rosario que, con el tiempo, las propias funcionarias fueron cambiando su actitud y hasta una de ellas llegó a tener cierta complicidad con Rosario para ayudarle a pasar notas por escrito a su marido.

Todas las mujeres que estuvieron en la cárcel de Granada por motivos políticos, tendrán un grato recuerdo de ella, dándoles protección, animándolas o haciéndole la vida más llevadera dentro de los muros de la cárcel. Testimonio como los de Araceli Ortiz Arteaga, Ana Ortega Serrano, Dolores Parras Chica o Concepción Carrillo Díaz, entre otras, resaltan la figura de “La prima Rosario” como un valladar en esos momentos difíciles:

La primera sensación es la de un ser acogedor, de una ternura increíble, que en medio de esa oscuridad que nos envolvía…,  aparece una luz que lleva una señora bajita, con una sonrisa encantadora, nos acoge, nos da la bienvenida con un cariño enorme…, ocupó de que cenáramos, habló con las funcionarias de adónde íbamos a dormir y consiguió convencerlas para que no nos llevaran a la celda de aislamiento del periodo sanitario… Nos sugirió a las estudiantes que nos constituyéramos en célula y que empezáramos a trabajar. Decía que el tiempo en la cárcel era muy valioso, por lo que lo primero que teníamos que hacer era un horario, bien aprovechado el tiempo podía ser muy interesante y no se volvería en contra de uno y la única manera de aprovecharlo era meterlo en un horario muy rígido… Ella había convencido a las comunes, con las que convivíamos,  que era mucho mejor hacer algo que no hacer nada… Rosario nos pidió dar algunas clases, de enseñar a leer y escribir… Tenía un gran sentido ético y una moralidad intachable. Para ella la capacidad de aguantar en la cárcel estaba relacionada con mantener muy alta su autoestima como ser humano …”. (Entrevista a Dolores Parras Chica en AHCCOO-A).

O el de Araceli Ortiz Arteaga, estudiante de Enfermería que había sido detenida el 19 de enero de 1973 por confeccionar un cartel de apoyo a los trabajadores de la empresa de la construcción Colomina de Granada, que recuerda esa primera noche con Rosario –con la que volverá a coincidir un año más tarde en otra caída del PCE:

 “…cuando yo llego estarían ocho o diez reclusas. Enseguida Rosario, como una madre, se acerca y empieza a hablar conmigo. Era absolutamente cálida, cariñosa. En ese momento no me dice que es el Partido, pero a lo largo de la noche me lo cuenta. Y me saca el Mundo Obrero que, es curioso, el Mundo Obrero que todavía no habíamos repartido nosotros y ya lo tenía ella. Me dio un vasito de leche caliente y me acuerdo que empezó a hablarme de la alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura… Era toda una autoridad en la prisión”. (Entrevista a Araceli Ortiz Arteaga, en AHCC00-A).
Bernabé López García, en su casa de Madrid. Foto de Alfonso Martínez Foronda.
Fanny Rubio.

Allí coincidirán con dirigentes obreros como Marcelino Camacho Abad, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido Galán o Francisco Acosta Orge; y ella con presas del FRAP, con la feminista Lidia Falcón o Eva Forest

Las relaciones con las funcionarias se fueron suavizando y Rosario consiguió que la Jefa de Sección le permitiera salir de la galería para limpiar el despacho de la dirección. Esas dependencias de la prisión daban a la calle y este detalle lo conocieron jóvenes mujeres estudiantes que la Universidad de Granada que aprovechaban los días que Rosario estaba allí para intercambiar informaciones a través de la ventana. Una de las que iba era la más tarde escritora Fany Rubio –casada entonces con Bernabé López García, uno de los primeros fundadores del Sindicato Democrático de Estudiantes de Granada-, y será este grupo de estudiantes los que decidieron enviarle a Rosario el 1 de mayo de 1974 un inmenso ramos de claveles rojos. Cuando los funcionarios se lo entregan ella, ni corta ni perezosa, cruza el patio de la cárcel y se sube a una especie de tribuna en alto que había en un lateral, y dirigiéndose a las prostitutas que allí se encontraban, gritó:

– ¡Mujeres! ¡Mirad lo que me han traído los estudiantes: claveles rojos porque hoy es el 1 de mayo!

– ¡Viva el 1 de mayo! –gritaron las prostitutas.
Carta de Cayetano el 1 de abril de 1974, dirigida al PCE denunciando su situación en la prisión. 

Así de espontánea era Rosario y de un estado de ánimo inquebrantable, a pesar de que después de cuatro año desde que el matrimonio fuera detenido no se había celebrado el juicio en el TOP. Por fin, el 25 de noviembre de 1974, tendrán que ir a Las Salesas (El Tribunal de Orden Público), siendo defendidos por Cristina Almeida. Y antes de salir la sentencia, Cayetano ingresará en la cárcel de Carabanchel y Rosario en la de mujeres de Yeserías. Allí coincidirán con dirigentes obreros como Marcelino Camacho Abad, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido Galán o Francisco Acosta Orge; y ella con presas del FRAP, con la feminista Lidia Falcón o Eva Forest. Una semana más tarde sale la sentencia y el Tribunal se da cuenta que la condena era menor que el tiempo que llevaban en  prisión y decretan su libertad inmediata. Así eran los tribunales franquistas.

Denuncia del “Granada Roja” de la situación de Cayetano y Rosario en 1974 porque todavía no se había celebrado su juicio. Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. Colección Fotográfica. Revista cedida por Bernabé López García. 

Rosario fue, en fin, un sostén para reclusas, comunes y políticas, un espejo donde mirarse y saberse dignas. Una dignidad de la que haría gala cuando asuma en el seno del Comité Provincial del PCE de Jaén, ya en la legalidad, la responsabilidad de las finanzas. Ella, que sabía lo que le había costado su apuesta por las libertades democráticas, mantuvo una política de austeridad y control del gasto que todos recuerdan todavía porque había que justificar, literalmente, hasta una peseta. A ella, le gustaba repetir aquella frase del Che Guevara, de que se “podía meter la pata, pero no la mano”.

Rosario Ramírez en un mitin del PCE en Torredonjimeno para las elecciones generales de junio de 1977. En la mesa, Pilar García Márquez, Félix Pérez, Armando López Salinas e Ignacio Gallego. Foto cedida por el PCE de Torredonjimeno. 

Será una de las primeras mujeres que formen parte del primer Ayuntamiento democrático de Jaén

Será una de las primeras mujeres que formen parte del primer Ayuntamiento democrático de Jaén presidido por el socialista Emilio Arroyo, y fruto del pacto entre éste y el PCE, Rosario se ocupará del área de Asuntos Sociales llevando una labor meritoria, fruto de la cual, años más tarde, se le dedicaría una modesta calle con el nombre de “Calle Concejala Rosario Ramírez Mora”.

No será ajena a las sucesivas crisis internas del PCE que se producen a partir de 1978 y, poco a poco, tanto ella como su marido, irán alejándose de la actividad partidaria en silencio, sin estridencias, dejando paso a otras generaciones. En el añ0 2011 nos dejará definitivamente y, un mes más tarde, también lo hará Cayetano, que sabía que la vida no tenía sentido sin su Rosario.

Bibliografía:

  • Alfonso Martínez Foronda y Miguel Conejero Fernández, La “prima” Rosario y Cayetano. Luchadores por la libertad en una provincia idílica, Editorial El Páramo, Córdoba, 2011.
  • Alfonso Martínez Foronda e Isabel Rueda Castaño, “La Universidad vigilada. La represión en la Universidad de Granada desde el nacimiento del Sindicato Democrático al golpe de estado de 1981”, en Alfonso Martínez Foronda (et all), La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Editorial El Páramo, Córdoba, 2012.
  • Alfonso Martínez Foronda, La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico CCOO-A, Gráficas la Madraza, Granada, 2012.
  • Alfonso Martínez Foronda (coord.), La resistencia antifranquista ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía, 1963-1976, Editorial El Páramo, Córdoba 2014.
  • AHPCE, Represión, 1107, de 29 de julio de 1971
  • Entrevista oral a Rosario Ramírez y Cayetano García por Alfonso Martínez Foronda y Miguel Conejero, en Fondo Oral de CCOO-A.
Alfonso Martínez Foronda. Licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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