Historia del Partido Comunista

Capítulo XXXII: Francisco Portillo Villena, 'El tío del maletín'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Viernes, 11 de Febrero de 2022
Alfonso Martínez Foronda firma este excepcional capítulo sobre la historia del PC, con motivo de su centenario, centrado en una de las figuras fundamentales del partido, como es Francisco Portillo. No te lo pierdas.
Paco Portillo Villena a finales de los 50.
Cedida al Archivo Histórico CC.OO-Andalucía
Paco Portillo Villena a finales de los 50.

Francisco Portillo Villena nace en Moraleda de Zafayona (Granada) el 6 de agosto de 1930 en el seno de una familia republicana (su padre, Plácido Portillo Romero, socialista; su madre, Deogracia Villena Márquez, comunista) que debe emprender la huida al inicio de la guerra civil. Al finalizar la misma, ambos fueron represaliados. Paco Portillo trabajará en el campo, y con una formación escolar a cuentagotas, apenas va a la escuela, es casi autodidacta, pero le apasiona la lectura del periódico y de las noticias.

En 1959, con 29 años, y tras un enfrentamiento con el dueño del cortijo por no abonarle siquiera lo que estipulaban las ordenanzas laborales, emigrará a Francia, a Thionville, para trabajar en una fundición de hierro y, más tarde, a París, donde busca al PCE y con el que conecta, a través de unos paisanos, al año siguiente

En 1959, con 29 años, y tras un enfrentamiento con el dueño del cortijo por no abonarle siquiera lo que estipulaban las ordenanzas laborales, emigrará a Francia, a Thionville, para trabajar en una fundición de hierro y, más tarde, a París, donde busca al PCE y con el que conecta, a través de unos paisanos, al año siguiente. En 1960 es elegido responsable de propaganda de la célula que dirigía José Rodríguez “Polvarea” en París, lo que no pasó desapercibido por el partido, que elabora una serie de informes sobre él que serán los que decidan al Comité Central que Portillo podía asumir la dirección de esta organización en Granada tras la caída de 1961.

Paco Portillo Villena a finales de los 50. Cedida al Archivo Histórico CC.OO-Andalucía.

Este trabajo le servirá para viajar por los pueblos sin levantar sospecha, al tiempo que podría ir repartiendo la escasa propaganda disponible en su famoso maletín negro (se le conocía por “el hombre del maletín negro”) de doble fondo

Una vez que, elegido como responsable político de Granada, llega a la capital el 24 de marzo de 1963, tomando contacto con los pocos militantes dispersos que no habían sido detenidos en 1961, entre ellos, José López Ávila “El Abuelito”, Pepe Martín García, Francisco Tobaria y él mismo, que forman una especie de Comité Provincial muy precario. Tendrá que camuflarse ante la policía y se busca el trabajo de representante, primero de la editorial Plaza y Janés y luego en la editorial Sopena. Este trabajo le servirá para viajar por los pueblos sin levantar sospecha, al tiempo que podría ir repartiendo la escasa propaganda disponible en su famoso maletín negro (se le conocía por “el hombre del maletín negro”) de doble fondo. Al mismo tiempo se fue dotando de diversos nombres de guerra, usando cada uno en lugares distintos: “Luis”, “Juan”, “Pepe” o “Miguel”. En pocos años la organización, gracias a su trabajo incesante, irá creciendo y eso le permite entrar a formar parte de la dirección regional –que coordinaba José Benítez Rufo- en 1965 e, incluso, participando ya como delegado en el VII Congreso del PCE que se celebró entre el 6 y el 10 de agosto de 1964 en las afueras de París, con el pseudónimo de “Pablo Morales”.

A mediados de los sesenta, el PCE ya tiene una organización en muchos pueblos, además de la capital, en Maracena, Peligros, Albolote, Pinos Puente, Motril, Alhama de Granada, Baza, Cúllar Baza, Deifontes, Guadahortuna, Guadix, Iznalloz, Moraleda de Zafayona, Píñar, Salar o Zafarraya, entre otro

A mediados de los sesenta, el PCE ya tiene una organización en muchos pueblos, además de la capital, en Maracena, Peligros, Albolote, Pinos Puente, Motril, Alhama de Granada, Baza, Cúllar Baza, Deifontes, Guadahortuna, Guadix, Iznalloz, Moraleda de Zafayona, Píñar, Salar o Zafarraya, entre otros. Hasta mediados de los sesenta, Portillo había asumido la responsabilidad política, pero también la de propaganda y esto era asumir un doble riesgo. Así, Portillo adjudicará esa tarea a un joven militante de Peligros, Emilio Gracia Rueda, que será el encargado de repartirla con su Vespa por la provincia. Luego, a comienzos de 1970 logra que Granada tenga su propio aparato de propaganda, que se instala en un bajo de la calle Arzobispo Guerrero (La Chana). 

Panfleto PCE Proceso de Burgos 1970. HPCE

Desde que forma parte del Comité Regional, en 1965 y hasta 1970, no sólo coordinará la provincia, sino que también visita con frecuencia a sus camaradas de Jaén, bien llevándoles dinero para la propaganda, bien llevando comida a los presos políticos de la cárcel jiennense

Desde que forma parte del Comité Regional, en 1965 y hasta 1970, no sólo coordinará la provincia, sino que también visita con frecuencia a sus camaradas de Jaén, bien llevándoles dinero para la propaganda, bien llevando comida a los presos políticos de la cárcel jiennense –en cuya labor también colaboraban José Guardia y José Rica Castro, bien asistiendo a algunas de sus reuniones del Comité Provincial Ampliado de la provincia limítrofe, en la que destacan los militantes Rosario Ramírez Mora o Cayetano Rodríguez, en cuyo domicilio se quedaba algunas veces. Al mismo tiempo, Portillo era el enlace del PCE de Jaén con el Comité Central y se había acordado que, la propaganda destinada a Jaén o Almería, se distribuiría desde su casa, donde venían los dirigentes como Cayetano Rodríguez, a retirarla. Este detalle no es menor para entender la detención de Portillo en el Estado de Excepción de 1970, porque en teoría la casa donde vivía en Granada no era conocida por nadie, excepto por el instructor José Benítez Rufo y su amigo José López Ávila “El Abuelito”, pero también la conocían algunos dirigentes de Jaén que venían a su casa a retirar la propaganda. Así, veremos cómo cuando se produce la caída de Jaén en 1970, saldrá el domicilio de Portillo y su responsabilidad política en los interrogatorios no exentos de tortura.

Y, aunque las primeras detenciones se producen el día 16 de diciembre, no había forma de llegar hasta Portillo. Sin embargo, ésta acaba llegando. La detención se producirá el día 24 de diciembre de 1970, nueve días más tarde de las primeras detenciones

Se declara el Estado de Excepción el 14 de diciembre de 1970 como respuesta del régimen al ascenso de la resistencia. Aquí el Gobernador Civil puede detener a su antojo a quienes lleva persiguiendo todos estos años y, desde el día 16 de ese mes hasta abril de 1971, se afanará, a través de la BPS, en detener a los máximos dirigentes de las dos organizaciones más importantes, el PCE y las CCOO. La pieza más codiciada era la del Secretario Provincial del PCE, Francisco Portillo, que no había sido detenido desde que llegara a Granada en 1963. Y, aunque las primeras detenciones se producen el día 16 de diciembre, no había forma de llegar hasta Portillo. Sin embargo, ésta acaba llegando. La detención se producirá el día 24 de diciembre de 1970, nueve días más tarde de las primeras detenciones.

¿Cómo había llegado la BPS a enterarse del domicilio de Portillo y de que éste era el hombre clave para la desarticulación del PCE? Todo parece indicar que su nombre había salido, posiblemente, unos días antes, a raíz de una caída de militantes del PCE de Jaén

¿Cómo había llegado la BPS a enterarse del domicilio de Portillo y de que éste era el hombre clave para la desarticulación del PCE? Todo parece indicar que su nombre había salido, posiblemente, unos días antes, a raíz de una caída de militantes del PCE de Jaén. Allí habían sido detenidos el día 2 de diciembre el matrimonio formado por Rosario Ramírez Mora “La Prima Rosario” y Cayetano Rodríguez García, al que le encuentran todo el aparato de propaganda de ese partido en esa provincia. Aunque ambos fueron sistemáticamente interrogados, con maltrato físico y psicológico de por medio, nada lograrían de ellos. Sin embargo, poco después de decretarse el Estado de Excepción, la detención de un joven estudiante comunista de Andújar (Jaén), provocará una caída en cascada a lo largo de ese mes y el siguiente de casi cuarenta militantes de ese partido en esa provincia. Las torturas hacia algunos de ellos serán brutales y pronto la policía tirará del hilo, encontrando en medio de las mismas el organigrama de la provincia de Jaén. Un total de 41 personas, la mayoría miembros del PCE, pasarían por comisaría. En algunas declaraciones aparecerá reiteradamente la participación tanto de Portillo como de José Benítez Rufo en las reuniones del Comité Provincial Ampliado del PCE jiennense y, derivado de ellas, no fue difícil rastrear su domicilio puesto que, en algunas ocasiones, algunos militantes de aquella provincia habían venido hasta el domicilio de Portillo para retirar propaganda. Paco Portillo era la “presa” codiciada y, por ello, esperarían unos días para dar el zarpazo definitivo.

Desde ahí el tiempo justo para que el día 24 de diciembre la BPS de Granada tuviera todo preparado para asaltar y registrar el domicilio de Portillo el mismo día de Nochebuena

Paralelamente, y también derivado de la caída de Jaén, sería detenido el 22 de diciembre –dos días antes que Paco Portillo- otro comunista conocido: el cordobés Ernesto Caballero Castillo. Éste no tenía relación orgánica en esos momentos con Portillo, pero sí la había tenido antes de que Caballero fuera detenido en 1966. De todas formas, Portillo sabía lo de las detenciones de Jaén por informaciones que le pasan a los pocos días de iniciarse la caída el 2 de diciembre, pero no supo que algunas que se produjeron el día 15 de diciembre, entre ellas un estudiante que conocía el domicilio de Portillo y su nombre de guerra “Luis” porque venía a retirar propaganda de su casa porque desde aquí, ya lo dijimos, se distribuía a Almería y Jaén. El día 20 o 21 de diciembre la policía jiennense pondría en conocimiento de su homónima de Granada la relación y la responsabilidad de “Luis” con la dirección comunista de Jaén. Desde ahí el tiempo justo para que el día 24 de diciembre la BPS de Granada tuviera todo preparado para asaltar y registrar el domicilio de Portillo el mismo día de Nochebuena.

La BPS se presentó dos veces, una con la argucia de sacarlo de la casa diciéndole a su mujer, Piedad, que había un accidentado que lo conocía, pero ella negó que estuviera en esos momentos en el domicilio. La segunda fue definitiva y como no abrían el domicilio tiraron la puerta a patadas. Entre los agentes de la BPS estaban Francisco Casado Ortiz y Francisco González Huertas “El Jirafa” o “Don Paco”, el más temido de ellos. Entraron y registraron el piso de arriba abajo, encontrando un arsenal de propaganda, pero, sobre todo, un organigrama del PCE que poco antes había elaborado con José Benítez Rufo. Después, se lo llevan detenido, no sin que su mujer Piedad Guerrero les gritara e insultara desde el balcón de su casa.  Primero –y durante unas horas- se lo llevarán a una comisaría pequeña que había en la calle Navas y, horas más tarde, a la central en la plaza de Los Lobos.

Era la pieza codiciada no sólo porque era el Secretario Provincial del PCE, sino también porque desde junio de 1970 había sido elegido como miembro del Comité Central, pero sobre todo, porque cazando a Portillo se apuntaban un tanto en su escala meritocrática represiva

Era la pieza codiciada no sólo porque era el Secretario Provincial del PCE, sino también porque desde junio de 1970 había sido elegido como miembro del Comité Central, pero sobre todo, porque cazando a Portillo se apuntaban un tanto en su escala meritocrática represiva. Por ello, nada más llegar comenzará el interrogatorio. No negará, de entrada, su militancia comunista, pero trata de convencerlos de que su casa era sólo un “buzón” donde entraba y salía gente, pero que no sabía ni quiénes eran ni de dónde venían. Se aferrará a esa idea hasta que, cansados, empiezan las torturas:

“… - Aquella noche –afirma Paco- me dieron tres palizas. Me tenían en el sótano y me subían arriba (a la sala de interrogatorios en la primera planta). Preguntaban, querían saber nombres y yo negaba. (…) Vergajazos y más vergajazos. Y se trataba de desvelarlos (el organigrama cifrado del Partido que habían encontrado en su casa). Seguían golpeando, cuando ya me caía prácticamente desmayado, entonces me dejaban caer en la celda. Pero volvían al rato y otra vez arriba. Yo no sé cómo podía aguantar, pero seguía negando y negando; cada vez se enfurecían más. Eran dos los torturadores. Uno de ellos, en un ataque de rabia cogió uno de mis zapatos y empezó a darme con todas sus fuerzas taconazos en la cabeza… Volví a desmayarme otra vez, como si fuera un trapo, me bajaron al sótano. Y otra vez arriba y lo mismo. Vergajazos, puñetazos, insultos…Así me tuvieron dando durante diecisiete días…”
Comisaría de la Plaza de los Lobos vista desde la calle Jardín Botánico.- JFAS

Tal fueron las palizas que cuando cesaban los golpes no era capaz de tenerse en pie

Su primera noche en comisaría será la medida de lo que le esperaba en los días futuros, no sólo porque muestra el verdadero rostro brutal de la BPS, sino porque también comienza a vislumbrar que él era lo que más buscaban. Tal fueron las palizas que cuando cesaban los golpes no era capaz de tenerse en pie. Tal era su dolor que en esa primera noche tuvo que agarrarse al cuello de un policía nacional –y que luego conoció como “Pedro”- para poder bajar las escaleras que separaban la primera planta de los interrogatorios y las torturas, hasta el sótano donde estaban las celdas. Recuerda la cara asombrada del policía cuando le ayudaba, como podía, a bajar hasta la celda.

Por ejemplo, Joaquín Bosque Sendra, que era miembro del Comité Provincial del PCE como responsable del Comité Universitario, para ablandarlo y demostrarle lo que podían hacerle, lo llevan ante Portillo al que vio como un “ecce homo”

Durante 17 días consecutivos estuvieron torturándolo con más o menos intensidad. Algunos de los detenidos en esos días, recuerdan la situación de Paco Portillo. Por ejemplo, Joaquín Bosque Sendra, que era miembro del Comité Provincial del PCE como responsable del Comité Universitario, para ablandarlo y demostrarle lo que podían hacerle, lo llevan ante Portillo al que vio como un “ecce homo”; o su compañero Pepe Cid de la Rosa, que llevan ante Portillo para que éste lo convenciera de que debía dejar la  huelga de hambre y al verlo se estremeció, recordando que:

“…lo torturaron tanto que después de seis o siete meses de salir de la cárcel cuando se duchaba se le veían hasta los verdugones: una cosa colorá y eso. Llegaron hasta atarle los testículos y le pegaban tirones”.

Luego, cuando no podían sacarle más porque lo sabían casi todo, lo tuvieron en comisaría, para que curaran las heridas y no hubiera señales de las palizas hasta el 30 de enero de 1971. Muchos días para conocer a sus torturadores, sus métodos y su carácter. Todavía, cuarenta años más tarde, era capaz de enumerar a sus torturadores uno a uno: la brutalidad de “El Jirafa”, el “anticomunismo militante” de Antonio Esteban que lo hacía uno de los más peligrosos porque estaba en todas las detenciones que había habido en Jaén y en Granada y que le revolvía el estómago cada vez que lo escuchaba; la bestialidad de Hernández y su locuacidad cuando gritaba que con gentuza como Portillo no había que perder el tiempo y siempre tenía en la boca ¡Maera con ellos, maera con ellos!; las amenazas de “El licenciado” que atemorizaba a la gente con la pistola o los golpes de Pepe Quiles, especialista en el riñón.

Pasaporte falso de Paco Portillo con el nombre de Manuel Arenas Lozano con el que cruzaba la frontera para sus reuniones del Comité Central en Francia. Cedido por Paco Portillo al Archivo Histórico de CCOO-A

Recordemos que los miembros de la BPS eran voluntarios que se presentaban para hacer esta “labor” policial y, de ahí, que fueran policías muy ideologizados e identificados con los métodos fascistas del régimen, aunque hubo honrosas excepciones. Para ellos la tortura era consustancial a su función y no dudaban en aplicarla a sus detenidos en todas sus variantes:

“…Una tortura clásica –repasa Portillo- era esposarte. Se ponían uno a cada lado y te hacían polvo los riñones. Era un punto débil. Llegué a tener todo el cuerpo negro con esas torturas. Guisado y Pepe [García] Quiles eran los dos que más me torturaron. Me esposaban y me ponían a andar con las manos detrás de las piernas. Y eso te producía un dolor de piernas… Cuando te parabas te golpeaban, cada uno por su lado, en los costados. Luego otra tortura era ponerte en la pared apoyando los dedos índices y si se bajaban para abajo te machacaban. Una de las veces que me estaban haciendo esto, como una de las cosas que más les molestaban era ver que no te afectaban las torturas, recuerdo que, como aguantaba mucho con los dedos, Casado dio un alarido, ¡Ahhh…! ¡Pero si éste goza con que lo torturemos…! ¡Si esto no sirve de naa…! Otras veces no tenían reparos en coger un zapato y darte con el tacón, pero no sólo en la espalda, sino también en la cabeza. Uno de los que me pegaban así era Fernández, que estaba loco… Tenían una brutalidad tremenda…”

Los torturadores no conocían límites morales e irán incrementando la presión sobre Portillo. Tal su catadura que para forzar la situación al límite y lograran su confesión completa, dos semanas más tarde, el 7 de enero de 1971, detendrán en su domicilio a su mujer, Piedad Guerrero Perdiguero, junto a su hijo Alberto de 2 años, como represalia por las gestiones ante la familia de Carrero Blanco

Los torturadores no conocían límites morales e irán incrementando la presión sobre Portillo. Tal su catadura que para forzar la situación al límite y lograran su confesión completa, dos semanas más tarde, el 7 de enero de 1971, detendrán en su domicilio a su mujer, Piedad Guerrero Perdiguero, junto a su hijo Alberto de 2 años, como represalia por las gestiones ante la familia de Carrero Blanco. La crueldad de la BPS no tiene límites y, de hecho, durante los días que Piedad está también detenida en la comisaría, Portillo ni la ve, ni la carean con él. Se entera de que está detenida porque un policía le lleva a su hijo Alberto y Portillo se derrumba. “No le dolían las palizas –dice Portillo- pero mi dolor fue tremendo cuando vi a mi hijo” y se entera que su mujer también está detenida. Tras los 8 o 9 días en que Piedad está detenida, los suficientes como para comprobar que ni ella ni él iban a decir nada, y finalmente será puesta en libertad. Tal fue la impotencia de la BPS que esta actitud de ambos les valió una mayor animadversión de algunos de los policías de la BPS que, en alguna ocasión el comisario Fernández, harto de ambos, los amenazó diciéndoles –según Portillo- que a su mujer y a él tenían que “habernos pegado cinco tiros”.

El día 30 de enero de 1971 -38 días más tarde de haber sido detenido- Portillo comparece en el Juzgado de Instrucción nº 2 de Granada para hacer la declaración pertinente. Había que echarle arrestos para denunciar ante el juez de instrucción las torturas. Allí, queda recogido en el acta lo siguiente:

 “Que quiere hacer constar que, en el momento de su detención, como su mujer no quisiera abrir la puerta porque era de noche, la Policía rompió la puerta y entraron violentamente. Que después, durante los primeros días de su detención, fue objeto de malos tratos recibiendo golpes en la espalda y en los pies y que también lo ponían apoyado en la pared. Que el declarante tuvo dolores, pero actualmente no conserva lesiones de ninguna clase. Que los interrogatorios, inspectores de la policía entre los que recuerda nombres de Casado, Hernández y el Huertas y otros que no conoce. Quiere hacer constar también que últimamente ha recibido muy buen trato, especialmente por parte del Jefe Superior y de los inspectores, Sr. Guisado, D. Antonio Esteva y otro llamado Amaro, así como D. José León y D. Jesús Miranda, que lo han tratado muy bien y con mucha consideración. Que su esposa también estuvo detenida porque dijeron que estaba complicada igual que el declarante, pero a los tres días la pusieron en libertad”[1].

Lógicamente, no se abrió ninguna investigación –como en todos los casos conocidos- , ni nadie reparó los daños causados en la casa y, mucho menos, a quienes fueron supuestamente los torturadores que, en el caso de Granada, quedaron impunes a lo largo de toda la dictadura, ni se les pidió cuentas en democracia. Y, para prolongar las complicidades estaban los médicos de la prisión, que miraban para otro lado cuando veían los verdugones que todavía –pasados tantos días- ornaban los cuerpos de los detenidos. Desde ahí pasará a la cárcel provincial, con la apertura de expediente en el TOP (Sumario 21/71), en el que el Ministerio Fiscal le pedía 14 años de prisión por asociación ilícita y 6 años por propaganda ilegal, la mayor petición de condena de todos los detenidos en ese Estado de Excepción.

Será uno de los últimos en salir de la prisión, concretamente el 10 de octubre de 1971, es decir, diez meses en prisión preventiva. Por seguridad, Paco Portillo –como máximo responsable del PCE hasta la caída de 1970/71- y Joaquín Bosque –responsable del Comité Universitario- quedarán relegados durante un tiempo en las tareas de dirección

Será uno de los últimos en salir de la prisión, concretamente el 10 de octubre de 1971, es decir, diez meses en prisión preventiva. Por seguridad, Paco Portillo –como máximo responsable del PCE hasta la caída de 1970/71- y Joaquín Bosque –responsable del Comité Universitario- quedarán relegados durante un tiempo en las tareas de dirección. Esto era una práctica normal hacia quienes salían “quemados” porque la clandestinidad necesitaba trazar cortafuegos que impidieran nuevas caídas. Ponerlos en “cuarentena” era una forma de proteger a la propia organización, al menos, durante un tiempo razonable, porque no podía arriesgarse a que un dirigente saliera “contaminado” o pudiera ser la causa de una nueva caída. Probablemente el reproche que aparece en el informe tenga que ver con esto o, también, con posibles diferencias internas o ciertos “resentimientos” o “reproches” por las causas y consecuencias de la caída durante el Estado de Excepción de 1970/71. A partir del VIII Congreso del PCE (julio de 1972), surgirán tensiones y diferencias internas en Granada que dejaban aflorar la distancia ideológica entre Pedro Limiñana (más ortodoxo) y Paco Portillo, posicionado como “renovador”. Es difícil saber si fruto de esas diferencias, la dirección del PCE, que en Andalucía encarnaba José Benítez Rufo, decide restituir a Paco Portillo como responsable provincial a finales de 1973 o comienzos de 1974, bien porque el propio Pedro Limiñana ya había decidido trasladarse a las Palmas de Gran Canaria -de donde era originario- para iniciar su carrera profesional como abogado o bien, como afirman algunos, la propia automarginación de Limiñana que, progresivamente, se fue apartando de la dirección.

Cuando se constituye la Junta Democrática en París, en 29 de julio de 1974, se tiene que implantar en el resto de las provincias y, en el caso de Granada, se encarga a Joaquín Bosque y a Paco Portillo que hagan ese trabajo entre las demás fuerzas de la resistencia antifranquista. Y lo hacen, pero ambos recuerdan lo difícil que era encontrar a otras organizaciones granadinas, apenas existentes, más allá de las más implantadas, que eran las CCOO y el PCE. Él será el representante en la Junta Democrática por el PCE.

Es uno del más de centenar de represaliados políticos que se reúnen en el Hospital Real y luego hacen una manifestación el 18 de enero de 1976 y entregan a las autoridades (Gobierno Civil, Arzobispado y Colegio de Abogados) una carta, con su firma, pidiendo la amnistía

En relación con el encierro de los trabajadores en la Curia en abril de 1975, fue detenido el 2 de mayo de ese año, en las inmediaciones de la Curia cuando repartía propaganda en solidaridad con sus demandas. Por ser reincidente, el Gobernador Civil le impondrá una multa de 500.000 pesetas, la máxima de cuantas sancionó junto al sacerdote Antonio Quitián y, posteriormente, ingresará en la prisión, negándosele la libertad condicional por estar incurso en el proceso 21/71 de su detención durante el Estado de Excepción de 1970. Es uno del más de centenar de represaliados políticos que se reúnen en el Hospital Real y luego hacen una manifestación el 18 de enero de 1976 y entregan a las autoridades (Gobierno Civil, Arzobispado y Colegio de Abogados) una carta, con su firma, pidiendo la amnistía[2].

Paco Portillo se acuerda perfectamente de lo que decía la pancarta: “Los presos políticos y sus familiares piden amnistía y libertad”. Y también que en esa manifestación iba.

“(…) muchos militantes del PCE, de CCOO y de otros partidos…, pero fundamentalmente del Partido y de CCOO. Vino gente de todos los pueblos, de Maracena, de Motril –los Noguera y otros-, de Pinos… Y nuestras mujeres, los familiares con los niños…”.

Y mucha, mucha policía pues, aunque había muerto el dictador, todavía el régimen seguía vivito y coleando. Y, desde el Gobierno Civil, por Gran Vía adelante, se dirigieron hacia Capitanía General, pero antes de cruzar Reyes Católicos le quitaron la pancarta. Sin ella, se plantaron enfrente de Capitanía, donde los guardias, visiblemente nerviosos, no los dejaron entrar y cerraron las puertas. Pepe Cid recuerda que:

“Ya en Capitanía nos dijeron que los que encabezábamos la manifestación –creo que una muchacha del PTE y otros dos o tres más-, entráramos, pero salió un guardia y dijo que se tenía que quedar uno. Y entonces Portillo dijo: Pues yo. Y entonces Bruno [Alcaraz], que era de la comisión pro-amnistía, decía “Nos vamos con Portillo o Portillo se viene con nosotros”.

 Y entramos. Y sacaron a PortilloPortillo sólo recuerda que algún policía le dijo que tenía que irse con ellos, pero que la gente que estaba a su alrededor no lo dejaron solo porque alguien lo cogió del brazo y tiraron de él y se lo llevaron, sin que la policía pudiera detenerlo. En todo caso no pudieron entregar la carta, pero eso no les arredró y, desde allí, marcharon hacia el Arzobispado y entraron en la catedral y esperaron a que el Arzobispo terminara los oficios religiosos para dársela en mano. Y, finalmente, entregaron otra copia en el Colegio de Abogados. Semejante provocación no podía pasar por alto para la BPS y, menos, cuando le habían birlado en sus narices la pieza más codiciada, la de Paco Portillo. Por eso –y como la venganza se sirve en plato frío- esperaron pacientemente a la mañana siguiente del 19 de enero, para detenerlo:

“Al día siguiente -recuerda Paco Portillo-, yo sabía que iban a venir para detenerme. Mi mujer me dijo que saliera de la casa a las ocho, coincidiendo con el cambio de turno de la policía.  La idea era perderme unos días. Pero cuando salí de la casa ya estaban allí esperándome. Porque ya no me detenían en mi casa por temor a la bronca que les metía mi mujer. Porque mi mujer se enfrentaba con ellos a la cara: ¡Hay que ver la conciencia que tenéis! ¿Qué ha hecho para que os lo llevéis? Los ponía verdes… “Me llevaron a la comisaría del Zaidín donde me declaré en huelga de hambre. Y que no comía nada. Y varios policías –alguno de ellos luego supe que era gente de izquierdas- trataban de convencerme para que comiera. Luego me llevaron a la de Los Lobos. Cuando llegué a la última estaba esperándome “El Jirafa” y varios policías jovencillos. Yo le dije a “El Jirafa” que después de decir mi nombre y mi domicilio no les iba a decir nada más. Los jovencillos se extrañaron de mi actitud y alguno decía: Pero este tío, ¿quién se ha creído que es? Claro, no me conocían, pero los viejos les decían, ¡Déjalo, déjalo, que no hay nada que hacer! Por eso, ya ni me interrogan. Todo lo que tenían que saber de mí lo sabían desde hacía mucho tiempo… Allí estuve poco tiempo porque luego me llevaron a la cárcel donde estuve sólo un día…” [3]

El acoso y vigilancia policial a los militantes de izquierda, y, sobre todo, a los dirigentes del PCE, se mantendrá durante los primeros meses de 1976. La presencia de Paco Portillo en reuniones con otros camaradas no pasará desapercibida por la BPS en la capital, pero cuando se desplaza a los pueblos será la Brigada de Información de la Guardia Civil la que dé cuenta de su presencia y haga un seguimiento de quienes estuvieron con él

El acoso y vigilancia policial a los militantes de izquierda, y, sobre todo, a los dirigentes del PCE, se mantendrá durante los primeros meses de 1976. La presencia de Paco Portillo en reuniones con otros camaradas no pasará desapercibida por la BPS en la capital, pero cuando se desplaza a los pueblos será la Brigada de Información de la Guardia Civil la que dé cuenta de su presencia y haga un seguimiento de quienes estuvieron con él. Si ya fue detenido el 19 de enero de ese año por su participación en la entrega de firmas por la amnistía, ahora, dos meses más tarde, harán lo propio por una reunión clandestina que mantuvo, con otros militantes de su partido a comienzos de marzo. El Servicio de Información de la Guardia Civil le había comunicado el 17 de marzo al Gobernador Civil que el día 5 de ese mes, un grupo de “peligrosos políticos” se habían reunido en un lugar conocido como Pago del Monte, (término de Cacín) algunos de los cuales habían participado también de forma indirecta con los sucesos de la Curia de 1975[4]. El Gobierno Civil da cuenta a la Jefatura Superior de Policía que deriva en la BPS la detención de algunos de ellos. Así, desde el día 24 al 30 de ese mes pasarán por la comisaría algunos de los sospechosos de haber participado en la reunión del Pago del Monte. Los primeros que fueron interrogados, el 24 de marzo, fueron Fernando Fernández Amador (Moraleda de Zafayona, 1951), trabajador del campo -y que ya había sido sancionado por el gobernador con 80.000 de multa por los sucesos de la Curia-, y José Álvarez Velásquez (Moraleda de Zafayona, 1927), albañil. También habían buscado a su hijo, José Álvarez Marfil, pero no pudo ser detenido porque se encontraba en “paradero desconocido”, aunque la BPS sabe que él había sido uno de los que habían organizado la colecta de fondos para los encerrados en la Curia. En todo caso, los dos detenidos negarán las acusaciones e, incluso, que conozcan a Paco Portillo, del que habían “oído hablar”, por ser de su pueblo. El día 27 detendrán a Francisco González Fraguas (Moraleda de Zafayona, 1923), albañil, del que sólo pueden obtener que Portillo es sólo “un pariente lejano”, pero que hace tiempo que no lo ve. Finalmente, las dos piezas más codiciadas, en este caso, son el estudiante Ildefonso Marino Moles y, lógicamente, Paco Portillo que volverá a ser detenido el 31 de marzo como inductor de esa reunión a la que, por cierto, y según la BPS, asistieron –además de los señalados- otros militantes de Salar, de Loja y otros jóvenes de Granada. A esas alturas la BPS sabe perfectamente que Paco, asiduo visitante de los Lobos, lo negará todo. Y, efectivamente, nada más comenzar el interrogatorio Portillo les dice “que no está dispuesto a contestar ninguna pregunta que se le haga, ni a firmar la presente Acta de declaración”. Como así sucedió y como ya sabía la BPS que iba a ser.

Charla de Santiago Carrillo en el Club Larra 1979. En la imagen Damián Pretel, Paco Portillo, Santiago Carrillo, Jaime Ballesteros, José Miguel Castillo-Higueras. AHPCE

La oposición democrática de Granada (partidos políticos, sindicatos y profesores de la Universidad) presenta un escrito el 21 de abril de 1976 para solicitar la manifestación del 1º de mayo de ese año. La firmaban 39 personas y, entre ellas, Paco Portillo como representante del PCE. El Gobernador Civil la prohibirá, al tiempo que la DGS elabora un informe policial de cada uno de los firmantes. De él se dice:

 “Representante comercial. Ha sido Jefe del Comité Provincial del PCE de Granada (actuaba con el nombre orgánico de LUIS), actuando como instructor en la provincia de Jaén. Cuando su detención de 1970, tenía en su domicilio una multicopista y abundante propaganda del PCE. Detenido en otras dos ocasiones (1975) por participar en manifestaciones. Pertenece a la Junta Democrática y actualmente controla todas las actividades de CCOO”[5]

Firmante de la manifestación pro-amnistía que debía celebrarse el 11 de julio de 1976, pero que volverá a ser prohibida por el Gobierno Civil por defecto de forma[6]. Será el representante del PCE en la plataforma de oposición democrática conocida como Platajunta y que se constituyó formalmente a finales de 1976. En ella confluían todas las fuerzas políticas y democráticas de Granada. Cuando es detenido Santiago Carrillo (y otros dirigentes del PCE) el 22 de diciembre de 1976 en Madrid, se movilizan todos los comunistas en España y, en Granada, se concentran en la puerta del Gobierno Civil. Portillo intentará hacer llegar el documento que pide la libertad de Carrillo y la legalización del PCE al Gobernador Civil, pero no es recepcionado por ningún funcionario en ausencia de la autoridad provincial.

Venta del diario Mundo Obrero en las puertas del teatro Isabel la Católica 8/12/1976. AHPCE

La legalización del PCE la vive en primera persona. Santiago Carrillo sabe que Suárez va a legalizar el PCE y convoca un Comité Central en una cafetería madrileña de la calle Capitán Haya. Allí se encontraba Paco Portillo:

“Cuando la legalización yo estaba en una reunión del Comité Central del Partido en Madrid. Llamé a Granada y se lo dije a los camaradas. Prepararon una pancarta grande y la pusieron en el balcón. Nosotros habíamos organizado una pequeña sede en la calle Mesones, cerca de la plaza de la Trinidad, bajo el nombre de Gabinete de Estudios Socioeconómicos, pero que en verdad era la sede del PCE. Nadie podía imaginarse que aquello encubría la sede de un partido comunista. Algún policía nos dijo que ellos no sabían nada todavía y tuvieron que llamar a Madrid. Fíjate si fue una sorpresa que mucha gente leyó la noticia en el Ideal y se fueron para la calle Mesones a ver si era verdad que había una placa del PCE. Por la tarde, se concentró el partido en Plaza de la Trinidad, que estaba abarrotada. Algunos policías estaban muy nerviosos al ver tanta gente y temían que pasara algo. Algunos fuimos a ver a los jefes de policía y como nos conocían de otras veces se tranquilizaron”.

Una euforia contenida que a lo largo de la mañana de ese 9 de abril de 1977 cubrió el centro de Granada de claveles rojos, de saludos y abrazos efusivos, pero también de un trabajo incesante con cientos de actos en toda la provincia

Una euforia contenida que a lo largo de la mañana de ese 9 de abril de 1977 cubrió el centro de Granada de claveles rojos, de saludos y abrazos efusivos, pero también de un trabajo incesante con cientos de actos en toda la provincia. Con la legalización del PCE no se acabaron los problemas para ese partido y el Gobierno Civil entorpecía lo que podía en determinadas actividades. Sin embargo, no podía prohibir la presencia en Granada de Santiago Carrillo. Concretamente, la organización del PCE había planificado para el 30 de mayo un mitin en el “Estadio Sánchez Herrera” del Zaidín. Era la puesta de largo del PCE ante la sociedad granadina después de la guerra civil y la presencia de Santiago Carrillo se completaba con la del Secretario Provincial, Paco Portillo, la del candidato a las Cortes, Jaime Ballesteros y con el abogado de prestigio José Jiménez de Parga, que los presentaría[7].

Mitín en La Chana. En la imagen Pepe Cid, Nati Bullejos, Pepe Guardia, Paco Portillo, Jaime Ballesteros, Damián Pretel, Javier Terriente, interviene Santiago Carrillo.-1979. Archivo Histórico CC.OO-A

La crisis interna del PCE granadino cuestionará el liderazgo de Paco Portillo y, a finales de 1979, elegirá como responsable provincial a Javier Terriente Quesada

Seguirá siendo el responsable del PCE provincial tras la legalización, pero no podrá superar las diferencias internas en su seno tras los fracasos electorales y las distintas posiciones políticas que surgen a partir del IX Congreso. La crisis interna del PCE granadino cuestionará el liderazgo de Paco Portillo y, a finales de 1979, elegirá como responsable provincial a Javier Terriente Quesada. Más tarde, formará parte del sector llamado “carrillista” y que quedará “autoexcluido” del PCE y que en Granada representaba más del 80 por 100 de la militancia. Paco Portillo, junto a dirigentes como Pepe Cid o el propio Javier Terriente, formarán parte de la Mesa para la Unidad de los Comunistas y, posteriormente, del PTE. A comienzos de 1990 se diluyó y unos fueron a IU y otros al PSOE. Este último es el caso de Portillo, pero tampoco estuvo mucho tiempo en ese partido que volvió a decepcionarlo.

A Portillo solo le quedaron sus CCOO, a la que estuvo afiliado todo el tiempo hasta su muerte. Al final de su vida, no le quedaba casi nada después de tanto sacrificio y vio sus últimos días laborales trabajando en el parking del Palacio de Congresos donde, eso sí, fue el delegado sindical de CCOO hasta su jubilación. Después vivió en Torre del Mar con su familia y murió el 24 de enero de 2013, pocos días después de leer con emoción su biografía.

Fuentes:

  • Entrevista a Paco Portillo Villena, en AHCCOO-A

Bibliografía:

  • AA.VV. La cara al viento, Córdoba, Editorial El Páramo, 2012
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, La lucha del movimiento obrero en Granada, Granada, Fundación de Estudios Sindicales, 2012
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso (Coor.) et alii, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976), Córdoba, Fundación de Estudios Sindicales de CC.OO., 2014

Notas bibliográficas:

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  • [1] Acta declaración de Paco Portillo ante el Juzgado de Instrucción nº 2 de Granada, el 30 de enero de 1971, en Expediente de 1970.
  • [2] AHPCE, Nacionales y Regiones, Andalucía, caja 82, carpeta 1/4) y diario Ideal de 20-1-76, p. 13
  • [3] La noticia de su detención queda reflejada en el diario Ideal de 20.1.76, p. 13.
  • [4] AHGCG, Caja DC, Generales de Orden Público, Granada Capital, Servicio de Información de la Guardia Civil, nota informativa nº 166, de 17 de marzo de 1976.
  • [5] AHGCG, oficio del Gobernador Civil a Ministerio de la Gobernación de 3 de mayo de 1976, núm. 262681, Caja 1210-D, asunto: Manifestaciones, 1976. 
  • [6] AHGC, Caja “Manifestaciones 1976”, subcarpeta Manifestación Pro-Amnistía de 11 de julio de 1976 y Caja 1210-D
  • [7] Diario Ideal, 31 de mayo de 1977, portada.

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Un espacio coordinador por:

Juan Francisco Arenas de Soria es profesor de Geografía e Historia y miembro de la Asociación Granadina Verdad Justicia y Reparación.

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Si no tuviste la oportunidad de leer o quieres volver a hacerlo, te ofrecemos la presentación de la serie que, cada viernes, Juan Francisco Arenas de Soria nos ofrecerá semanalmente sobre la historia del Partido Comunista que, en noviembre, cumplirá 'cien años al servicio de la clase trabajadora', con la intención de que los artículos 'nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina":