22 DE OCTUBRE: EFEMÉRIDE DEL MARTIRIO DE ALODÍA Y NUNILÓN

El olivo milagroso estaba en La Sagra

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 21 de Octubre de 2018
Un fascinante reportaje sobre leyendas o historias ciertas del investigador Gabriel Prozo Felguera, que probablemente desconocieras, y que te van a sorprender. No te lo pierdas.
Tabla en la iglesia de Puebla de Don Fadrique que representa a las Santas, La Sagra, su Ermita y los dos pueblos en los extremos. También aparece el olivo milagroso chorreando aceite (a la izquierda).
Indegranada
Tabla en la iglesia de Puebla de Don Fadrique que representa a las Santas, La Sagra, su Ermita y los dos pueblos en los extremos. También aparece el olivo milagroso chorreando aceite (a la izquierda).
  • Varios pueblos guardan leyendas sobre su existencia; Huéscar es el único que tiene prueba documental de su existencia en sus proximidades

  • Su aceite divino atrajo desde el siglo XII a infinidad de peregrinos que pugnaban por coger aceitunas con poderes milagrosos

  • Geógrafos árabes escribieron que el árbol creció sobre la tumba de un santo varón o eremita mozárabe

Desde tiempos remotos creció -en lugar impreciso del Este andaluz- un olivo que maduraba  aceitunas en un solo día. Su aceite tenía poderosas cualidades curativas, casi milagrosas. Los peregrinos acudían en masa a arrancarlas el día de la cosecha. Decían que estaba plantado sobre la tumba de un santo varón cristiano, al lado de un manantial. Existen crónicas islámicas desde el siglo XII que así lo atestiguan, pero sin precisar su ubicación con exactitud. Desde hace ocho siglos se ha especulado sobre el lugar donde estuvo plantado. Incluso el Vaticano reclamó llevarse los restos del santo enterrado bajo el árbol. El hecho impreciso ha propiciado varias interpretaciones sobre el lugar donde creció el olivo: ¿Cerro del Aceytuno de Granada? ¿Face Retama de Guadix? ¿Lorca? ¿Caravaca? ¿Segura de la Sierra?...  Pero el único lugar documentado fehacientemente es en las faldas de La Sagra, entre Huéscar y La Puebla de Don Fadrique. Precisamente el sitio que desde comienzos del siglo XVI tomó el relevo un romero con la construcción de la ermita de las Santas Alodía y Nunilón. Mañana se conmemora su martirio.

La abundancia de fuentes documentales de época islámica aseguran que en Al-Andalus existió uno de los dos únicos olivos del Mediterráneo (el otro estuvo en Alejandría) que tenían la rara cualidad de florecer un día y madurar las aceitunas al día siguiente. Las aceitunas empezaban a crecer de madrugada, engordaban por la mañana, se ponían verdes al mediodía, empezaban a enrojecer por la tarde y se hacían negras y maduras a última hora de la tarde. Un verdadero milagro.

La abundancia de fuentes documentales de época islámica aseguran que en Al-Andalus existió uno de los dos únicos olivos del Mediterráneo (el otro estuvo en Alejandría) que tenían la rara cualidad de florecer un día y madurar las aceitunas al día siguiente

Así lo entendía la gente de los siglos XI y XII, de manera que el lugar se convirtió en un importantísimo punto de peregrinación de aquellas gentes, en busca de soluciones milagrosas para penurias humanas. Achacaban el prodigio de las aceitunas milagrosas al hecho de que bajo él había sido enterrado un hombre bueno, eremita, un mártir de época romana o quizás de las persecuciones califales. ¿Y por qué no podría ser la tumba de alguno de los Siete Varones Apostólicos? Daba la casualidad de que el lugar indefinido que mencionan los escritos árabes apuntaba al epicentro de donde supuestamente fueron a parar San Cecilio, San Torcuato y compañía, todos ellos enterrados en el arco Sureste de la Península Ibérica. Pero nadie dejó escrito el lugar exacto.

Las referencias árabes

Al-Udri (1003-1085) fue un geógrafo almeriense. Escribió un libro descriptivo sobre la Cora de Tudmir (reino de Murcia), que abarcó tierras del Levante y zona de Granada. En su crónica dice que junto a una iglesia, que se suponía mozárabe, ubicada en una zona montañosa y situada en tierras de la demarcación de Lorca, muy cerca de un castillo llamado Mirabayt, está ubicado el olivo milagroso. Obviamente, en el siglo XI la zona montañosa de La Sagra-Santiago de la Espada debieron estar bajo la jurisdicción de Lorca. El castillo de Mirabayt no era otro que el de Mirabetes.



Los Mirabetes, donde supuestamente se ubicó el castillo de Mirabayt.

Poco tiempo después (hacia 1130-50), el también geógrafo granadino Mohammed Ibn Abi Bakr al-Zuhri se refirió al mismo asunto del olivo milagroso. En este caso lo cuenta en primera persona porque dice haber asistido a la romería y visto con sus ojos lo que allí ocurría. Asegura que había un gentío agolpado alrededor del árbol, esperando la maduración de las aceitunas. Tal era la desesperación, que las gentes comenzaron a arrancar los frutos antes de que llegasen a estar plenamente negras, ante el temor a quedarse sin ninguno.

En el caso de Al-Zuhri tampoco especifica la ubicación del olivo milagroso con exactitud. Dice que estaba cercano a un castillo llamado Sakru (¿Posterior Sagra?)



Sierra de La Sagra, de 2.381 metros, con un bucólico paraíso verde a su alrededor.

El tercer geógrafo islámico que hace referencia al olivo es Abu Hamid al-Garnatí (Granada,1080-Damasco, 1170). Fue un incansable viajero que recorrió todo el mundo islámico durante su larga vida. Hizo una descripción geográfica y etnográfica de los territorios por donde pasó. Describió hechos maravillosos e incompresibles, así como recolectó las noticias extrañas que se encontraba. También narró en sus obras el tema del olivo milagroso. El problema es que lo ubica cerca de su lugar de nacimiento, Granada, sin especificar si se refería a la ciudad o a las tierras que la circundaban.

Leyendas cristianas

La existencia del olivo milagroso relacionado con el eremita o santo mozárabe trascendió y fue recogida por la literatura cristiana a partir del Renacimiento. No obstante, ya en el siglo X Ibrāhīm ibn Yaʿqūb o Abraham ben Yacov era un judío de Torsosa que se dedicó al comercio por tierras musulmanas y cristianas de Europa. Vivió a finales del siglo X. Hacia 960 llegó al Sacro Imperio Germánico y, por orden del califa Abderramán III, hizo de embajador ante la corte de Otón el Grande.

La existencia del olivo milagroso relacionado con el eremita o santo mozárabe trascendió y fue recogida por la literatura cristiana a partir del Renacimiento

Coincidió en sus embajadas a Centroeuropa con el obispo Recemundo de Ilíberis, es decir, el obispo de Granada, que también efectuó trabajos palaciegos en Medina Azahara. Recemundo (en árabe, rabí Ibn Zyad al-U(s)quf al-Qurtubi),  es autor del famoso Calendario Mozárabe. No sabemos por boca de cuál de ellos dos, si del comerciante o del obispo, llegó a oídos del Papa Juan XII la noticia de los milagros que obraban las aceitunas plantadas sobre el cadáver de un santo varón de la Iglesia. El resultado fue que el Príncipe de la Iglesia envió una embajada a Córdoba a solicitar que le fuesen entregadas las reliquias del santo bajo el olivo milagroso. El fin era sacarlas de tierra de infieles y adorarlas en Roma.

Esta embajada papal a Medina Azahara está documentada en el año 961, aunque cuando los emisarios llegaron a la capital del Califato ya había fallecido el último Abderramán y le sucedía Alhaken II. El santo varón que buscaban no era otro que San Torcuato y el lugar mencionado por las crónicas estaría próximo a Baza. Pero para aquella fecha los restos de San Torcuato ya no estaban en Al-Andalus, ya que en el 777 fueron exhumados y llevados a Santa Comba (Orense) y posteriormente a Celanova, donde se encuentra la mayoría de sus huesos.



Santuario de Face Retama, entre Guadix y Fonelas.

La creencia del olivo sagrado ha estado muy arraigada en el ideario católico accitano durante los primeros siglos de recuperación del cristianismo (XVI, XVII y XVIII), hasta el punto que el árbol fue incluido en la llamada Estampa de Guadix

La comarca de Guadix vuelve a aparecer en siglos siguientes, ya en época cristiana, como supuesta ubicación del olivo milagroso. En este caso nos referimos a siglos XVII-XIX y al lugar de Face Retama. Es un punto situado entre los términos municipales de Guadix y Fonelas. Consiste en un complejo religioso de inspiración mudéjar, subterráneo, formado por 25 salas excavadas en la tierra y una ermita porticada. Se la venera como ermita de San Torcuato y se le relaciona con su martirio en época de Nerón y primera tumba. Por supuesto, también habría crecido allí un olivo de características sagradas. En este caso, la floración tendría lugar el 14 de mayo y la maduración de los frutos el día 15, onomástica de los Siete Varones Apostólicos.

La creencia del olivo sagrado ha estado muy arraigada en el ideario católico accitano durante los primeros siglos de recuperación del cristianismo (XVI, XVII y XVIII), hasta el punto que el árbol fue incluido en la llamada Estampa de Guadix, utilizada también como portada del libro Varones Apostólicos, de Pedro Suárez, (publicado en 1696). En el ángulo inferior derecho aparece el grabado de un sepulcro vacío con un olivo plantado en su centro; le acompaña la siguiente inscripción latina: “Iusta sepulchrum olim arbor Olivæ in natali martiris / florebat.”



Referencia a la tumba vacía de San Torcuato con el olivo creciendo en el centro (ángulo inferior derecho), según la Estampa de Guadix (1696).

También Granada capital se ha sumado históricamente a la leyenda del olivo milagroso, quizás tomando como base la descripción y ubicación descrita por el geógrafo granadino Abu Hamid al-Garnatí. Desde el siglo XVI existe en la capital la referencia al supuesto olivo del Cerro del Aceytuno, es decir, la actual Ermita de San Miguel. En este caso el florecimiento y maduración en un solo día habría ocurrido el 24 de junio de cada año.



Cerro de San Miguel o del Aceytuno, donde la leyenda ubica otro olivo milagroso.

El sitio recibe el nombre del lugar donde estuvo ubicada la Torre del Aceytuno, que formó parte de la Cerca de Don Gonzalo. Se aprecia perfectamente en la Plataforma de Heylan (1611). La torre habría ocupado el lugar de una ermita visigoda, junto a un olivo y una fuente. Entre 1492 y 1571 la torre fue reforzada como sistema defensivo y disuasorio del barrio morisco del Albayzín. Con la expulsión de los moriscos, la defensa dejó de tener sentido y fue abandonada. La ocuparon maleantes como refugio y, en 1671 fue ordenada demoler por el arzobispo Diego Escolano y Ledesma. El fuerte fue reconvertido en la actual ermita de San Miguel Alto. Aunque la leyenda del olio continúa vigente.

Hay varias leyendas similares en lugares de Jaén y Murcia que también pretender arrimar el olivo a su ascua, pero sin fundamento alguno. No merece la pena extenderse a mencionarlas.

La Sagra, único lugar documentado

El caso del olivo milagroso ubicado en la zona de La Sagra, entre Huéscar y la Puebla de Don Fadrique, va mucho más allá de simple leyenda. Fue una realidad. Está plenamente documentada su existencia a comienzos del siglo XVI. Que obrase o no milagros es cuestión de creencias personales.

En el Archivo Histórico de Huéscar existe una orden del alcalde mayor, Gonzalo de Peñalosa, por la que autoriza al vecino Martín Galán para que detenga y encarcele a quienes provoquen alborotos con los devotos que iban en peregrinación a la oliva santa. El escrito del alcalde del Ducado de Huéscar (que abarcaba también a Castilléjar) lleva fecha del 11 de agosto de 1515. Era evidente que la romería a contemplar la floración del olivo debía ocurrir por fechas estivales. También queda claro que el tumulto que debía formarse sería similar al descrito cuatro siglos atrás por los geógrafos árabes.



 

Orden del alcalde de Huéscar conservada en el Libro de la Farda de Huéscar, de fecha 11 de agosto de 1515, donde se da cuenta de la existencia del olivo mágico.

El texto de la orden del alcalde de Huéscar dice lo siguiente: “Yo el licenciado Gonzalo de Peñalosa, alcalde mayor en esta villa de Huesca e en la villa / de Castilleja e términos e juridiçion, por el Ilustrísimo Señor Duque dalva, / Marqués de Coria, Conde de Salvatierra e Señor de Valdecorneja e de las / dichas villas de Huesca e Castilleja, mi señor, digo que por quanto entre las muchas gentes / devotas que con devoçión vienen a ver el santo mistirio del olio que de la santa / oliva sale e mana, que es en la casa de las bienaventuranzas santas márti / res Nunilo e Alodia, vienen algunas personas syn devoción entera para / ver el tan gran mistirio, las quales hazen cosas yndebidas y exçesos, de los / quales deven ser castigados, e por que a mí como al tal juez compete la gover / naçión de allí e castigar a los que los tales exçesos facen, e que a la otra gente / no pongan en escándalos, tengo por bien e doy liçençia e facultad / a vos el honrado Marthín Galán, vezino que soys desta dicha villa, que vays a la dicha oliva / santa e traygáys vara de justiçia, para lo qual y para prendar a las personas / que los dichos exçesos hizieren e en paçífica paz no quisyeren estar, los pren / dáys los cuerpos, e asy presos e a buen recabdo me los enbiéys a la / cárçel pública desta dicha villa (tachado: p) con la ynformaçión que sobre ellos o / viéredes, para que sobre ellos yo haga lo que sea justiçia. Fecho en esta / dicha villa a honze días del mes de agosto de mil e quinientos e quinze / años.”

Hay una novedad muy clara en este poder que da al hombre que debía ser algo así como alguacil de Huéscar: que la oliva se encuentra junto a la casa, o ermita, recién construida para venerar a las santas Alodía y Nunilón. Es decir, en lugar actual al pie de La Sagra. El sitio cercano al castillo Mirabete que mencionan las fuentes árabes.



Ermita de las Santas Alodía y Nunilón en la actualidad. Foto: José Fidel Rosillo.

Lo que no sabemos son detalles concretos sobre las supuestas propiedades milagrosas del aceite ni el porqué de la rapidez de su floración y maduración. Pero existir, existió. Tampoco resultó casual que los oscenses y poblatos (entonces un mismo concejo) eligieran ese lugar tan mágico para venerar a las nuevas santas, traídas de tierras norteñas por sus pobladores navarros, aragoneses y riojanos. En cierto modo, se pasó de considerar lugar santo al olivo y el  varón apostólico bajo sus raíces a venerar a las mártires Alodia y Nunilo recién importadas. Incluso en la iconografía antigua aparecen juntos el olivo divino y las santas.

Lo que no sabemos es hasta cuándo perduró la existencia del olivo mágico y la peregrinación ante él. Tampoco el tiempo que convivió con la tradición de las Santas. En uno de los textos árabes se dice incluso que la autoridad islámica llegó a talar el árbol relacionado con el cristianismo mozárabe para evitar tumultos; pero el olivo volvió a rebrotar con más fuerza. No existe ningún documento más que atestigüe su existencia a partir del siglo XVI, aunque en la iconografía comarcal continuó apareciendo. No sabemos si en calidad de recuerdo de la tradición o porque seguía aún en pie.



Imágenes de las Santas de Huéscar

En los laterales del coro de la iglesia de Huéscar existen dos imágenes de las Santas, talladas en madera de nogal. Las esculturas fueron hechas por el artesano local Jerónimo Caballero, en el año 1727. El panel representa a las Santas Nunilón y Alodía. “Son dos relieves de cuerpo entero, tallados de pie y mostrando en el cuello la señal de su martirio, y en sus manos la palma y el cuchillo –explica un documento municipal-. Su doble personalidad se sintetiza en un molde único. Iguales rostros, igual disposición de sus cabellos e indumentaria con plegados, recogidos y cíngulos casi idénticos. La ausencia del nombre en la peana podría deberse a que, en la práctica, no era necesaria, ya que la identidad de cada santa era reconocida en razón de sus atributos. No cabe duda que le sirvieron de modelo las efigies que en sendas hornacinas adornaban el retablo del Altar Mayor de Santa María, destruido totalmente en 1936.” 

También en el Archivo Histórico de Huéscar atesoran el que, por el momento, es el impreso más antiguo que existe con un dibujo de las dos Santas. Este dibujo está incluido en el llamado Libro de la Concordia, fechado el 30 de marzo de 1557.

El mismo documento del AH de Huéscar hace referencia a las pinturas al óleo que se conservan en la sorbrepuerta del altar mayor, pero en este caso referido a la iglesia de la Quinta Angustia de Puebla de Don Fadrique. “Es una pintura al óleo de forma rec­tangular alargada sobrepuesta posteriormente en el retablo del Altar Mayor de su iglesia parroquial, y actualmente colocada junto a la puerta de subida al campanario. Aunque bastante deteriorada se puede observar que el centro lo ocupa una montaña (La Sagra), en cuya base aparece una ermita y una fuente. A ambos lados se encuentran dos imágenes femeninas, coronadas sus cabezas y con una palma en su mano, signos del martirio, que corresponden sin duda a Nunilón y Alodía. Cuatro árboles, dos a cada lado, acompañados de frondosa vegetación y multitud de aves. En los extremos laterales se simula la disposi­ción de dos pueblos, más apreciable el de la parte derecha que el de la izquierda. No se conoce la fecha de esta obra; posiblemente sea de finales del XVIII. Pero el valor del cuadro, más que en su calidad, está en lo que quiere decir y está diciendo.”



Detalle del cuadro de las Santas, en la Iglesia de la Puebla, donde se ve el olivo exudando aceite.

Santas importadas del Norte

En alfoz de Huéscar era inmenso cuando esta ciudad fue conquistada por los Reyes Católicos en 1488. Tenía una extensión aproximada a 2.000 kilómetros cuadrados (hoy reducido a la mitad, sumando La Puebla y Huéscar). Una de las principales poblaciones del territorio era la Bolteruela, en la cara Noreste de La Sagra. En el año 1495, el rey Fernando el Católico incumplió su palabra de hacer tierra de realengo (dependiente sólo del Rey) y donó el territorio a su cuñado Luis de Beaumont, casado con su hermanastra Leonor de Aragón. Al que ya era Conde de Lerín, también le otorgó el título de I Marqués de Huéscar. Con estas propiedades y títulos compensaba a su cuñado de origen navarro por haberse puesto de su parte en las pretensiones de incorporar Navarra a los reinos de Castilla y Aragón. Buena parte del partido beamontés consideró al Conde de Lerín como un verdadero traidor a la causa navarra.

El navarro Luis de Beaumont y su esposa Leonor de Aragón emprendieron la repoblación de las tierras de Huéscar mediante el envío de administradores y colonos procedentes de Navarra, Aragón y parte Norte de Castilla. De ahí que en la comarca abunde sangre, apellidos y arquitectura propios de aquellas lejanas tierras.

También trajeron sus costumbres. Y entre ellas venía la devoción por dos muchachas martirizadas en la zona de Aragón-Navarra. Se llamaron Alodia y Nunilo y, según los indicios, fueron ejecutadas el 22 de octubre del lejano año de 851. De ahí que Huéscar y la Puebla celebren sus fiestas de otoño por estos días.

No hay constancia de que Luis de Beaumont, el primer Marqués de Huéscar, se alejase de Navarra durante aquellos años de guerra. Más bien envió a su Marquesado a su esposa Leonor de Aragón para apartarla de los peligros y expolios de la contienda. La presencia de unas imágenes de las Santas en tierras granadinas (rebautizadas aquí como Alodía y Nunilón) apunta que ya era cierta en el año 1500. Su adoración debió arraigar muy rápidamente para que en 1515 ya se escribiera y hablara de su ermita. No es extraño el éxito de las nuevas santas (que incluso han conseguido desplazar a los antiguos patronos) si tenemos en cuenta que fueron muchos los hombres del norte que vinieron a poblar el inmenso Marquesado de Huéscar.

El I Marqués de Huéscar y Condestable de Navarra donó a esta ciudad una importante finca; se llama Dehesa del Horcajón, aledaña a la ermita. La escritura de donación tiene fecha de 25 de mayo de 1504 y también se conserva en el Archivo Histórico Municipal.



Luis de Beaumont.


Escritura de donación de la Dehesa del Horcajón a Huéscar por parte del Condestable de Navarra. FUENTE: ARCHIVO HISTÓRICO HUESCAR

Luis de Beaumont falleció en 1508. Con él desapareció el Marquesado de Huéscar. Pero muy poco tiempo después (1513), pasó a engrosar el listado de mercedes de la Casa de Alba, ya elevado a la categoría de Ducado de Huéscar.  Los oscenses nunca aceptaron la decisión real de suprimir el realengo y hacerlos vasallos de la Casa de Alba. Por eso se rebelaron y acorralaron a los administradores del Ducado en la población de la Bolteruela, en 1525. El titular del Ducado de Huéscar se llamaba por entonces Fadrique Álvarez de Toledo. Como agradecimiento, la Bolteruela pasó a llamarse Puebla de Don Fadrique. No obstante, continuó perteneciendo al municipio de Huéscar, hasta el año 1812 en que se independizó. A principios del siglo XIX, Puebla tenía más población que Huéscar, de ahí que en el reparto le tocara mayor término municipal.

El supuesto lugar donde creció el olivo prodigioso y posterior ermita de las Santas queda situado en un hermosísimo paraje al pie de la Sagra. En primavera se organiza una multitudinaria romería de carácter comarcal; Huéscar y la Sagra se reparten la tenencia de las imágenes en sus poblaciones según un pacto histórico. En otoño vuelven a tener protagonismo las Santas durante las respectivas fiestas (las de la Puebla fueron hace unos días; las de Huéscar son este fin de semana, con la misa y procesión de mañana como acto central, fecha del martirio de Alodia y Nunilo en 851).



Arqueta del monasterio de Leyre (Navarra) donde reposan actualmente la mayoría de reliquias de las santas Alodia y Nunilo. Hasta el año 880 estuvieron enterradas en Adahuesca (cerca de Alquézar, Huesca).
Agradecimientos:

Este artículo lo he elaborado con documentos y orientación de Antonio Martín Marín (de la Puebla de Don Fadrique), Vicente González Barberán (de Huéscar) y del Archivo Histórico de Huéscar.