No dejes huella

Blog - En mi ambiente - Ignacio Henares - Miércoles, 3 de Agosto de 2016
Bella imagen de una laguna en Sierra Nevada.
Miguel Rodríguez
Bella imagen de una laguna en Sierra Nevada.

Nunca está de más una campaña de Educación Ambiental, o desgraciadamente de educación sin adjetivos, para conservar nuestro rico patrimonio. La campaña en defensa de nuestra gran montaña mediterránea es una campaña justa y necesaria. Más vale prevenir que llorar como hacía Serrat con el Mar cuando lloraba con las tropelías que se cometían -y se siguen cometiendo- (…Por ignorancia, por imprudencia, por inconsciencia y por mala leche).

En las últimas semanas se está desarrollando una campaña para promover el comportamiento responsable en el parque nacional y natural de Sierra Nevada con el sugerente título de “No dejes huella”. Los mensajes de dicha campaña son muy sensatos, nada extraordinarios, pero tampoco los Diez Mandamientos son nada singulares y hubo que tallarlos en piedra para que la gente “no matara, no robara, honrara a sus padres…” y demás cosas sencillas de cumplir para la inmensa mayoría de la población. Por algo ‘Él’ las recopiló y con ello no quiso acusar a todo su Pueblo de ser unos desalmados salvajes sin escrúpulos y sin ninguna moral. 

En el caso de Sierra Nevada, extrapolable a otros espacios naturales protegidos, se ha utilizado otro número también bíblico, el siete, para compilar una serie de mensajes que significan el Manual del Buen Montañero, a saber:

  1. 1. Deja a los animales tranquilos.

  2. 2. Que no se note que has estado aquí.

  3. 3. Sé responsable con el patrimonio cultural, deja todo como está.

  4. 4. Respeta a la gente del lugar así como a los visitantes con los que te encuentres.

  5. 5. Disfruta de Sierra Nevada pero seguro.

  6. 6. Las normas están para cumplirlas” por tu bien y por el de Sierra Nevada.

  7. 7. Ayúdanos a conseguir un modelo de uso público y ecoturismo responsable.

La realización de esta campaña no debe hacernos pensar que los numerosos montañeros, senderistas, ecoturistas o aficionados a la Naturaleza que visitan Sierra Nevada, en general, tengan un mal comportamiento y haya que reprenderles; al contrario, una inmensa mayoría de los que la visitan tienen un comportamiento respetuoso, acorde con el singular espacio natural que constituye el macizo montañoso nevadense. 

Tampoco hay que ser ingenuos y pensar que esta campaña es gratuita o innecesaria. Nadie debe darse por molestado con los diferentes mensajes lanzados en la campaña, pero como las meigas, gente que no se comporta de manera adecuada, “haberlos haylos” y sus acciones pueden provocar impactos ambientales o diversas afecciones al genuino paisaje de nuestras altas cumbres. 

Se suma con esta campaña nuestra Sierra a otras iniciativas similares en otras áreas protegidas que han visto que conforme se incrementaba el número de visitantes se elevaba el impacto sobre la flora, la fauna y la gea. Y hay que tener en cuenta que Sierra Nevada ha incrementado notablemente el número de visitantes en la última década y ser conscientes de la fragilidad, de la vulnerabilidad de muchos de sus ecosistemas, de muchas de las especies botánicas o faunísticas que habitan en Sierra Nevada. Digamos que el problema no es endémico de nuestro espacio natural protegido pero sí nuestros endemismos pueden verse afectados de manera particular. 

Yo destacaría dos elementos diferentes de esta iniciativa. Por un lado es una necesaria campaña de Educación Ambiental, en sentido estricto, de concienciación y sensibilización ambiental para promover un comportamiento respetuoso con la naturaleza a partir del conocimiento de la complejidad de los ecosistemas y del funcionamiento de los equilibrios ecológicos. Pongo ejemplos. Hay gente que da de comer, de manera bienintencionada entiendo, a los zorros, o a las cabras monteses y no saben que esta actitud es perjudicial para estas especies y que no es conveniente para su supervivencia alimentarlos, aparte de los problemas que puede ocasionar este cambio de hábitos a otros senderistas y montañeros como los muchos que se han visto atacados por zorros, o que ven como entran en las tiendas de campaña o les han hecho pasar una mala noche. 

También habría que incluir en este apartado otras malas prácticas como el baño en las lagunas y lagunillos de alta montaña. Su prohibición no es banal, la simple inmersión de una persona con el uso de cremas corporales puede provocar la alteración de los frágiles equilibrios de las aguas, no digamos si el baño es de muchas personas. He escuchado esa frase tan recurrida de “siempre se ha hecho y no ha pasado nada” que aparte de ser mentira, no tiene en cuenta los efectos sinérgicos de la mayor afluencia actual a estos enclaves, cada vez más accesibles.

Otra, vamos a dejarlo en creencia equivocada, es la que considera que tirar una cáscara de plátano, o de naranjas u otra ‘basura’ no tiene consecuencias ya que son biodegradables y la naturaleza las recicla. Craso error. En primer lugar porque en la alta montaña ese proceso ocurre de manera mucho más lenta pero sobre todo porque significa un impacto importante ya que es una alteración de las condiciones naturales que puede favorecer el desarrollo de unas especies más oportunistas en detrimento de nuestros singulares endemismos exclusivos. Eso sin contar con el impacto visual y paisajístico de los alrededores de algunos de los lugares más frecuentados. 

Lo último que he escuchado que no sé si es de risa o para llorar es a algún paisano decir que “qué saben los botánicos, la manzanilla real está en decadencia porque no se recoge, que lo que realmente asegura su conservación es que se corte…”. Ya este fundamentalismo anticientífico requiere de una actitud combativa para no dejar que crezcan estas ‘boutades’. 

Por eso no está nunca de más una mayor información para que se comprenda bien cuál es el sentido de la regulación de estas actividades y las repercusiones ecológicas de nuestras acciones como mejor manera para propiciar ese necesario comportamiento responsable.  

Hay por otro lado una serie de indicaciones, de mensajes, en la campaña que son sólo de ‘educación’, así sin adjetivos y sin mayúscula. Me refiero a cuestiones como las de respetar el patrimonio, no molestar, ni maltratar a la fauna ni recolectar especies vegetales o la demasiado frecuente costumbre de dejar la basura, en bolsas o esparcida, en el interior de los refugios.  Hasta estos lugares no llega el servicio de recogida de residuos sólidos urbanos porque no es posible y porque además sería inconveniente. Estas cuestiones no deben hacerse ni en un espacio natural protegido ni sin proteger pero es especialmente grave en el primero. 

Lo que se trata es de convertir al parque nacional y natural de Sierra Nevada en un espacio natural protegido que destaque como destino de ecoturismo responsable y que la gente que acude a nuestras cumbres se contagie de un comportamiento adecuado y pueda darnos una nota de excelencia en este apartado que suma bastantes puntos en la ‘calidad’ de la visita. Sierra Nevada, en correspondencia con otros elementos como la apuesta decidida por la conservación de su extraordinaria biodiversidad, o como observatorio privilegiado del cambio climático, debe ser también un referente a nivel regional, nacional e internacional en educación ambiental, en compromiso de la ciudadanía con la conservación de nuestro vasto patrimonio natural y cultural. Depende de nosotros mismos y es muy barata esta inversión en la ‘marca Sierra Nevada’. 

 
Imagen de Ignacio Henares

Ignacio Henares Civantos es biólogo de bata, de bota, y de gabinete. Máster (de los de verdad) en Gestión del Medio Ambiente y del Agua por la Universidad de Granada. Desde 1989 es funcionario, técnico del cuerpo superior facultativo de la Junta de Andalucía donde ha desempeñado varias tareas en las Consejerías de Agricultura y Pesca y de Medio Ambiente. Durante quince años ha sido el conservador del parque nacional y natural de Sierra Nevada. En la actualidad trabaja como asesor técnico en el departamento de Sanidad Vegetal.

Escritor de numerosos artículos sobre medio ambiente y conferenciante incansable, en los últimos años ha concentrado su tarea de divulgador en Sierra Nevada, siendo coautor de tres interesantes libros divulgativos sobre Sierra Nevada: “Sierra Nevada, una gran montaña, un pequeño continente”, “Las Aves de Sierra Nevada” y “Mariposas diurnas de Sierra Nevada”. Fue colaborador de “La Voz de Granada” con un programa semanal titulado “El hombre y la Sierra” y lo has sido del periódico Granada Hoy desde el año 2014 con más de 150 reportajes dedicado a Sierra Nevada agrupados en diferentes series: “Sierra Nevada, Paraíso de Biodiversidad”, “La Huella del Cambio Global” , “Sierra Nevada, Montaña de Oportunidades” y la última que estuvo dedicada a “Sierra Nevada, Paisaje y Paisanaje”, una aproximación al parque nacional y natural de Sierra Nevada a través de ‘nombres propios’.